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Sudán del Sur, el país más joven del mundo, ha encontrado en el baloncesto una vía para mostrar su resiliencia y esperanza. Independizado en 2011 tras décadas de conflictos bélicos con Sudán, el país ha sufrido guerras civiles, violencia político-étnica, y catástrofes naturales. Sin embargo, en medio de estas adversidades, la selección de baloncesto ha emergido como un símbolo de unidad y orgullo nacional. Su debut en los Juegos Olímpicos de París 2024, con una victoria histórica sobre Puerto Rico por 90-79, es un testimonio de su fortaleza y determinación.

El camino hacia este triunfo olímpico no ha sido fácil. Los jugadores de la selección provienen de diversos lugares, incluyendo Estados Unidos, Australia, y Canadá, muchos de ellos nacidos en campos de refugiados debido al conflicto en Sudán. Esta "banda de refugiados", como la define el alero Wenyen Gabriel, ha trabajado incansablemente para escribir una de las pocas páginas felices en la historia de Sudán del Sur. Liderados por Carlik Jones, quien anotó 19 puntos y logró 7 rebotes y 6 asistencias en su primer partido olímpico, el equipo demostró su capacidad para competir al más alto nivel.

El debut olímpico de Sudán del Sur estuvo marcado por un incidente desafortunado cuando los organizadores tocaron el himno incorrecto antes del partido. En lugar del himno de Sudán del Sur, se escuchó el de Sudán, lo que provocó una inmediata y enérgica protesta por parte de los jugadores y aficionados sudsudaneses. Este error resaltó la falta de respeto y preparación de los organizadores hacia una nación joven con una historia complicada. A pesar de este traspié, el equipo y los aficionados de Sudán del Sur mostraron una notable dignidad y unidad, recibiendo apoyo y aplausos de todo el estadio, incluidos los jugadores de Puerto Rico.

La participación de Sudán del Sur en el baloncesto olímpico es más que un logro deportivo; es una declaración de su perseverancia y aspiración de paz. Guiados por figuras como Luol Deng, presidente de la Federación de Baloncesto de Sudán del Sur y ex jugador de la NBA, el equipo ha demostrado que el deporte puede ser una herramienta poderosa para la reconciliación y la construcción de una identidad nacional. Con su primer triunfo olímpico, Sudán del Sur no solo celebra una victoria en la cancha, sino también un paso significativo hacia un futuro más brillante y esperanzador.