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La Liga Nacional llevaba disputada apenas una temporada en 1986, cuando Ferro Carril Oeste, el campeón de la primera edición, tuvo que salir a buscar un buen extranjero que cumpliera lo más parecido posible la tarea que ne 1985 había realizado un crack como Glenn Mosley. No era fácil. 

Luis Martínez, el entrenador de ese equipo, se decidió por un jovencísimo alero de 2.03, blanco, de bigotes tupidos, que había sido elegido en el draft de la NBA en 1985, pero recién en la quinta ronda, por New York Knicks. Para la época no era un mal antecedente, pero tampoco uno extraordinario. Además, había jugado en una Universidad de poco peso como Virgina Commonwealth University. No parecía la mejor opción.

No pasó mucho tiempo para darse cuenta que habían acertado. Pasaron 34 años desde su arribo y, al día de hoy, muchos piensan que fue el mejor alero que llegó a la Liga Nacional. Tenía todo: buen tamaño, buen físico, buen tiro, personalidad, y era ganador. Jugaba mejor los partidos difíciles. 

En ese 1986, en 33 partidos, promedió 24.5 puntos (36.2% en triples), 8.8 rebotes y 1.6 recuperos. La rompió toda en dos partidos clave: el quinto semifinal ante Atenas y el tercero en la final ante Olimpo, en Bahía, que se ganó en suplementario e inclinó la serie a favor de Ferro, que volvió a consagrarse campeón tras vencer 3-1 a los bahienses. 

Schlegel tenía calidad de sobra y por eso al año siguiente se fue a España, donde empezó su recorrido europeo, que tuvo pasos también por Francia, aunque su centro fue España. En 1989/90 fue el segundo goleador de la ACB y en Valladolid formó una dupla memorable con Arvydas Sabonis de compañero. 

Terminó su carrera muy joven, en 1994, jugando para el Estudiantes de Madrid y el 1 de abril 2009 llegó la pésima noticia del fatal cáncer que había terminado con su vida. Una paradoja que se haya ido tan joven con el portento físico que siempre dio sensación de ser.