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La primera imagen que teníamos en la Argentina de Derrick Alston era en su paso por el TDK Manresa, coronándose campeón de la Liga ACB 1997/98, venciendo en la final al Baskonia de nuestro Juan Alberto Espil, por eso cuando en diciembre de 2008 lo fichó Libertad de Sunchales para la Liga de las Américas, ya era conocido. 

No solamente por el Manresa, claro. También había jugado en el todopoderoso Barcelona, en Valencia y en el Real Madrid, nada menos, compartiendo equipo con algunos argentinos: Adrián Boccia en Valencia y Lucas Victoriano en el Madrid. Antes, había jugado 139 partidos en la NBA entre 1995 y 1997, 137 en los Sixers y 2 en los Hawks. 

La cuestión es que, después de esa Liga de las Américas, Palito (como se lo llamó en Argentina), recibió una oferta para quedarse en Boca Juniors y la tomó. Se quedó allí un año y medio, luego se fue a Olímpico, volvió a Boca, se fue a La Unión de Formosa y cerró una vez más en Boca en la 2011/12, donde terminó retirándose. 

Alston, más allá de la calidad que tenía como jugador, era un auténtico señor, con una educación fuera de lo normal, no solo para un extranjero, sino para un deportista. Todos los compañeros que tuvo en nuestro país lo adoraron, y nadie nunca tuvo una palabra de queja hacia él. 

En total, terminó jugando en la Liga Nacional 167 partidos, con medias de 11.5 puntos y 6.1 rebotes, pero mucho más importante fue que dejó muchos amigos. Hoy, Alston tiene 47 años y es entrenador de Westchester Knicks, la filial de New York en la G-League. Es decir, está dentro del mundo NBA, aunque en su segundo escalón. Ya fue parte del cuerpo técnico de los Rockets hace unos años, y ahora aspira a seguir subiendo desde la G-League.