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Arvydas Sabonis dejó una marca imborrable en la ACB el 31 de marzo de 1995, cuando firmó una actuación de otro planeta con 66 de valoración en la victoria del Real Madrid sobre Coren Orense (93-80). A tres décadas de aquella gesta, el récord sigue intocable, prueba irrefutable del impacto que el lituano tuvo en Europa antes de desembarcar en la NBA. 

Con 32 puntos (10/15 en dobles, 2/2 en triples y 6/6 en libres), 27 rebotes (24 defensivos), 3 asistencias, 5 robos y 5 tapones en 40 minutos, Sabonis ofreció una exhibición pocas veces vista. Su impacto no solo se medía en números, sino en la manera en que impuso su presencia, combinando visión de juego con una técnica inusual para alguien de su tamaño. Era un gigante de 2.18 metros que pasaba como un base y tiraba como un alero, atributos que lo diferenciaban de cualquier otro pívot de su generación.

Ese Madrid, dirigido por Obradovic, encontró en Sabonis a su líder absoluto en la conquista de la Euroliga, que llegó semanas después en Zaragoza. Sin embargo, el lituano no pudo despedirse con el título de la ACB, ya que su equipo cayó en semifinales, viendo desde afuera la legendaria final entre Barcelona y Unicaja. Aun así, su dominio individual fue incuestionable: promedió 22.8 puntos, 13.1 rebotes, 2.4 asistencias, 2.5 tapones y 34.2 de valoración en la temporada, con 24 partidos por encima de los 30 créditos y otros picos de 58 y 54 ante Zaragoza y Andorra.

El tiempo le dio aún más valor a su hazaña. Desde entonces, nadie logró siquiera acercarse a su marca. Randy White (60) en la 95-96 fue el que más se aproximó, mientras que en el siglo XXI solo Pete Mickeal alcanzó los 54. Leyendas de la ACB como Luis Scola intentaron, sin éxito, destronar al lituano, para el Gran Capitán su marca más cercana fue de 52. Los 66 de valoración siguen siendo la cima inalcanzable, un símbolo de su grandeza.