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En los primeros años de la Liga Nacional, la falta de información sobre los extranjeros que llegaban a nuestro país eran grande como normal. No había demasiados medios para conocer sus antecedentes. No había cómo chequearlos. Se dependía mucho del boca a boca y de la data que hubiese en papel en algún medio especializado.

En 1984, cuando se jugó la temporada de transición, Heriberto Schonwies consiguió un fichaje que, obviamente, nadie conocía: Ernest Graham. Venía del básquet venezolano y como antecedentes (excelentes), había jugado 4 años en la Universidad de Maryland y había sido elegido en el draft de la NBA en 1981 por Philadelphia Sixers en la tercera ronda (nº 68). Nunca llegó a jugar en la NBA, pero en esa época, haber sido draft y en una buena ronda era sinónimo de ser bueno. Ernie lo era. 

No hizo falta mucho tiempo para darse cuenta de que Ernie era un crack. Medía 2.03, pero podía jugar de lo que uno quisiera. Base, escolta, alero, pivote. Cualquier cosa. Tenía una mecánica de tiro especial, prácticamente lanzando con una mano, y una visión de juego fenomenal. San Andrés salió campeón de la Liga de transición en 1984 y al año siguiente volvió a sumar a Ernie, aunque estuvo muy poco en la Liga (6 partidos). Igual, ese año fue parte de la victoria más inolvidable del club, en España, ante el Barcelona, 111-106 en la Copa William Jones, en el Palau. 

En 1986 tuvo su año más productivo con San Andrés, promediando 27.1 puntos en 30 partidos, pero el club sufrió hasta el final para mantener la categoría y Ernie ya no volvió al club, pero en 1988 volvió para jugar en Estudiantes de Bahía, otra vez pocos partidos (13). Volvió en 1991/92, nuevamente en Bahía, una vez más jugando poco (6 juegos).

La carrera de Graham entró en declive, las drogas hicieron su trabajo sucio y Ernie desapareció del básquet mundial. Se instaló en Estados Unidos y hace unos años lo homenajearon porque mantiene todavía el récord de la Universidad de Maryland con 44 puntos anotados en un partido, pese a que luego llegó Len Bias, el crack que falleció antes de debutar en la NBA. 

Graham tiene un hijo que también se dedicó al básquetbol (Jon), que llegó a jugar en España en la EBA en 2016/17, pero que evidentemente no heredó el talento de su padre. Ernie tiene hoy 60 años y, a simple vista, perfectamente reconocible, tras haber superado su adicción a las drogas. Su talento podría haberlo llevado más lejos. Igual, en la Argentina al menos, dejó un recuerdo único.

Ernie con su hijo Jon, en 2016 (Foto The Baltimore Sun)