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Le tocó aterrizar a la Argentina en el esplendor de su estado físico, con 25 años, y con muchas ganas de trascender. Llegó para jugar en Atenas de Córdoba la temporada siguiente a uno de los mejores equipos de la historia del club cordobés (1991/92), pero con el plantel desmembrado tras las partidas de Campana, Osella y Filloy a Banco Córdoba. 

Cole, ese año, metió 21.9 puntos de promedio en un Atenas que solo mancó en la final ante un GEPU indomable, como Juan Espil y Esteban Pérez hacían estragos. En la campaña 1993/94 repitió en Atenas y, ya adaptado, tuvo un rendimiento superlativo, alcanzando su mejor promedio en Argentina: 26.6 puntos en 54 partidos. Pero otra vez el título se les escapó tras caer en semis ante Independiente de General Pico en una serie durísima. 

Cole obtuvo con los cordobeses dos Sudamericanos de Clubes (1993 y 1994) y un tercero con Independiente de Pico en 1996, pero se quedó con las ganas de la Liga Nacional. De Atenas se fue a Venezuela promediando la 94/95 (23.5 puntos), volvió para Independiente a 95/96 (24.8), luego pasó a Racing en la 96/97 (23.3), jugó 11 partidos en la 97/98 en Estudiantes de Bahía con Manu Ginóbili de compañero (21.1) y apenas 4 en Andino en 1998/99, cerrando ahí su carrera en Argentina.

Luego se fue a Francia, pero ni llegó a debutar, volviendo a los Estados Unidos, donde hoy vive relacionado con el básquet a través de una empresa de representación, según reza su cuenta de Twitter. De hecho, suele recordar momentos vividos en la Liga Nacional en sus momentos de esplendor. Y hace bien, porque promediar 23.7 puntos en 234 partidos disputados en la Liga es un número del pasado, ya no se consigue.