La Liga Nacional, una sobreviviente de las crisis
08:49 09/05/2020 | Desde 1985, la competencia sufrió momentos complicadísimos pero siempre sobrevivió. No será tan diferente ahora. ¿O sí?
La Argentina tiene una particularidad que no le envidia ningún otro país del mundo. Cada tantos años, tiene una crisis demoledora. De alguna manera, todos nos hemos acostumbrado a eso y por tal motivo a veces las crisis no nos asustan demasiado. No es un virtud. Porque el miedo o el temor harían que se repitieran menos, probablemente.
La del Coronavirus es de las pocas no provocadas por nosotros mismos, con lo cual hay un primer punto de partida distinto a las anteriores crisis. También el hecho de que sea global y no puntualmente nuestra o regional. Segunda diferencia. Sin embargo, en el fondo, terminará siendo una crisis económica, como todas las demás, con aspectos distintos, pero económica al final del día.
¿Cómo sobrevivió la Liga a las anteriores? Los comienzos de la competencia a mediados de los '80 fueron como subirse a un bote de papel en el medio de un oceáno embravecido, a saber: a) plan Austral en 1985 (3 ceros menos) e inflación del 385% anual; b) plan Primavera (duró menos de un año) en 1988, que terminó con 387% de inflación; c) híper de 1989 (3070%); d) híper de 1990 (2314%); e) paso a la convertibilidad en 1992; f) estallido del 2001, g) explosión mundial en 2008. En el medio, varias mini crisis más pequeñas, pero más llevaderas.
Las de 1989 y 1990 fueron devastadoras para la Liga. Venían de antes en realidad, de 1988, y por eso los dirigentes de los clubes bajaron ese año la cantidad de extranjeros permitidos a uno por equipo (medida que duró 2 temporadas), y que en 1990 se complementó con otra ante el tsunami de las dos híper: bajaron de 16 a 14 los equipos en la Liga A. Lo de un extranjero fue más que nada para intentar mantener la paridad, porque aquel club que no lo quisiera, podía no fichar a ningún foráneo, pero no querían que, el que podía tener dos, sacara ventaja. La menor cantidad de equipos tuvo que ver con el deplorable estado en el que quedaron varios clubes en 1989, año en el que dos equipos abandonaron la competencia en el medio de su disputa: Pacífico de Bahía Blanca y Estudiantes de Concordia.
La convertibilidad trajo el período más largo de tranquilidad económica, consiguiendo que la Liga pasara a ser de las más importantes del mundo, sobre todo unos años después de implementada, porque el desfasaje cambiario hizo que en Argentina se pagara incluso más que en ligas fuertes del mundo. Encima, hasta que la Ley Bosman provocó el éxodo (1997-1998), todos los jugadores buenos, salvo Espil (no tomamos a los que hacía años que estaban en Europa, como Nicola o Sconochini), jugaban la LNB. Fue la década de oro. Ficticia en lo económico, como ocurrió con el país en general.
Ya sobre fines de esa década, se veía venir que la explosión, cuando sucediera, dejaría un tendal de víctimas. Se estiró por demás, hasta fines del 2001, pero reventó con la potencia de varios años encerrada. En esa temporada 2001/02, la tercera en la que se permitieron tres extranjeros, los equipos acumularon en el torneo 84 foráneos, 18 menos que el récord de la 1999/00 (102). Sin embargo, después de diciembre, casi ninguno siguió en su equipo en el arranque del 2002.
En enero de 2002 unos pocos volvieron, pero en la última jornada de la fase regular solo quedaban 8, de los cuales 3 eran latinoamericanos (2 uruguayos y 1 cubano): Jimmy Boston en Boca, Freddy Navarrete en Libertad, Marcus Williams en Gimnasia CR, David Fisher en Gimnasia LP, Jiuliano Rivera en Estudiantes de Olavarría, Roberto Amaro en Peñarol, Rashad Brooks en Obras y Lamont Boozer en Quilmes. Rivera no llegó a las finales, por lo que Estudiantes (O)-Atenas fue la única final de la historia que no tuvo un solo extranjero.
¿Desaparecieron clubes? No. Hicieron lo que hacen siempre. Se acomodaron, se achicaron, cambiaron la forma de pagar, bajaron sueldos. No hay otra manera de enfrentar crisis como la que se vendrá para la 2020/21, porque aquí no hay manera de aumentar los ingresos. Los (pocos) sponsors privados que hay, deberán reacomodarse tras el cimbronazo, y los gobiernos provinciales seguramente derivarán menos dinero al básquet. ¿De qué otra manera pueden los clubes ahorrar dinero?
La respuesta es simple, pero no tan fácil de implementar: bajando los gastos fuera de los sueldos. Lo digan en público o no, varios dicen susurrando que hay que bajar la cantidad de partidos y, quizá, la cantidad de meses de disputa. Otros enfocan a un gasto grande, como la Liga de Desarrollo. Tras el arribo de Fabián Borro a la CABB, ven que es el momento para que se fusionen de alguna manera la LDD con el torneo junior U19 que organiza la CABB. Si no, ver alguna manera de regionalizarlo más, juntas clubes que quieren jugarlo (no importa su categoría), o hacerlo en cuadrangulares, tipo la ex Liga de las Américas.
No son pocos los que también ven con buenos ojos sacar el Súper 20 (algo inevitable si se termina la 2019/20 en octubre), pero podría decirse que el tema de la cantidad de partidos es bastante uniforme, teniendo en cuenta que los gastos por partido rondan los 70-90.000 pesos, algo que casi ninguno cubre con lo que recauda por entradas. Si encima pensamos que es muy probable que al menos los primeros meses de la 2020/21 sean sin público, la combinación no cierra.
¿Será el momento de discutir seriamente la cantidad de equipos? Porque una forma de bajar la cantidad de partidos es bajar la cantidad de equipos. La otra es volver al viejo sistema de Norte y Sur, pero pasando después directo a playoffs, porque si no sería peor. Algunos clubes aspiran a que se discuta eso. De todos modos, lo que queda claro es que, sea cual sea la resolución, la Liga 2020/21 va a jugarse, como se jugaron todas desde 1985, porque la capacidad de supervivencia está descontada.
Los salarios seguramente serán la forma más simple de achicar costos. Los extranjeros serán muy pocos, al menos los de sueldo standard (en la 2002/03, de los 84 de la 2001/02 se pasó a 24), y los nacionales seguramente recibirán ajustes. No hay muchas salidas. Como tampoco mucho espacio para maniobras arriesgadas. El que no lo entienda, se expondrá a la posibilidad de desaparecer.
Fabián García / [email protected]
En Twitter: @basquetplus
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