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Tras pasar varios años alejados de lo que su historia mandaba, Atenas recuperó su identidad en la 2017/18 y con ella, la esperanza de su gente de volver a disfrutar de un equipo competitivo. Los cordobeses finalizaron con la tercera mejor marca de la fase regular (27-11), eliminaron a Olímpico (3-2) y La Unión (3-2) en playoffs, para luego caer en las semifinales ante San Martín, con un contundente 0-3, que de todas maneras no opacó lo que fue un gran año. 

Las claves para la resurrección de Atenas se encuentran antes del comienzo mismo de la Liga: en el armado del plantel. Además de sumar a nacionales de calidad como Juan Pablo Cantero, Juan Fernández Chávez y Nicolás Romano, apostaron por dos extranjeros de calidad probada en la competencia: Jerome Meyinsse y Donald Sims, quienes no solo respondieron, sino que terminaron en el quinteto ideal de la competencia, como el mejor base y pivote del torneo.

De todas formas, lo positivo de Atenas no se detuvo en la previa del torneo, sino que continuó con el desarrollo del equipo durante el certamen. La 2017/18 tuvo otros conjuntos con buenos jugadores, que nunca pudieron encontrarle la vuelta a la temporada. Muy diferente fue lo del Griego, que fue superado etapas, mostrando un progreso marcado y llegando a un juego de alto vuelo, con el sello de su entrenador, Nicolás Casalanguida.

Atenas fue el segundo mejor equipo ofensivo de la Liga (114,3 puntos por cada 100 posesiones), apostando a una idea de juego muy clara: un ataque abierto, con cuatro tiradores rodeando a un excelente definidor como Jerome Meyinsse. El pivote dominó cerca del aro (16,1 puntos y 8,2 rebotes), pero además también brillaron los perimetrales que lo rodearon. De hecho, Atenas acabó con un altísimo promedio de 10,1 triples encestados por juego, encontrando un balance ideal entre el exterior e interior.

¿Qué faltó? En contraste con los dos finalistas del torneo, que no solo fueron dominantes en ataque sino que también tuvieron a las dos mejores defensas de la campaña, Atenas no dio demasiadas seguridades en lo defensivo: acabaron 15°, permitiendo 110,1 puntos por cada 100 posesiones. Fue un riesgo programado teniendo en cuenta las características de algunos de sus jugadores, pero aún así, terminó siendo el escalón que no pudieron sortear para tener un mayor salto de calidad. A pesar de eso, lo más importante se cumplió: sus hinchas volvieron a soñar.