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No hay ninguna duda de esto que vamos a decir: Marcelo Milanesio, aún 20 años después de retirado, es el símbolo máximo de Atenas de Córdoba en toda su historia y nos animamos a decir que es también el ícono más grande que ha tenido la Liga Nacional en 40 años de vida. Ningún jugador logró ser la imagen de una competencia como lo hizo él. Nunca se fue del país, nunca cambió de club y por mucho tiempo fue el más campeón de todos los tiempos. 

Sin embargo, por motivos que no ahondaremos ahora, desde que su hermano Mario dejó de dirigir al equipo (2004/05), nunca más pisó el club. Ni fue a la cancha a ver al equipo. Diferencias con algunos dirigentes históricos lo llevaron a tomar esa decisión, que se rompió este pasado sábado 13, cuando terminó visitando el nuevo estadio de Atenas para participar del campus de Walter Herrmann.

Marcelo no quiso fallarle a Walter y por eso tomó la decisión de ir al estadio nuevo para estar un ratito... y se quedó 3 horas. Y es que Marcelo no puede con su genio y, aunque no haya hecho casi nada con el básquet regularmente desde su retiro (salvo ser asistente especial de Argentina en el Mundial 2010 y entrenar de forma particular a algunos proyectos varias veces), el básquet es y será su pasión siempre. Y cuando termina tocando la pelota, todo lo demás pasa a un segundo plano. 

Marcelo, la leyenda, terminó jugando con los chicos del campus y recuperando esa magia que siempre tuvo para generar un idilio único con los pibes. Carisma que le dicen. Atenas el año que viene volverá a jugar la Liga Nacional y esperamos que este regreso al club no haya sido por un día.