Especial

Reflexionando sobre la realidad de Argentina, hoy

09:01 28/02/2024 | El partido perdido contra Chile exacerbó la sensación de que está todo mal, casi un año exacto después de la derrota ante Dominicana. Intentamos analizar causas y situación.

Los jugadores argentinos decepcionados por la derrota: hoy sienten una enorme presión (FIBA)

El 26 de febrero del 2023 una catarata de agua fría cayó sobre los entusiastas seguidores e hinchas del básquetbol argentino. Doce minutos fatídicos de cierre habían provocado la derrota más dura en años, de local, ante un rival supuestamente inferior (Dominicana), y como consecuencia Argentina se quedaba, por primera vez en 41 años, afuera de un Mundial. El golpe fue durísimo, pero no fue el último. 

En agosto de 2023, otra vez de local (antes en Mar del Plata, ahora en Santiago del Estero), un Bahamas potenciado como nunca por 3 de sus NBA, le ganaba dos veces a Argentina y le sacaba la última chance de competir para ir a los Juegos Olímpicos de París de este año, tras cinco apariciones consecutivas (2004, 2008, 2012, 2016 y 2021). La sensación, muy argentina, fue que se caía el mundo encima. Y eso se revalidó este domingo, cayendo ante Chile de visitante. Un rival que no nos vencía desde 1955. Duro. 

¿Hay una causa para todo esto? No, son muchas, y de diversa índole y origen. No están ordenadas por importancia. Son aleatorias. 

1. El duelo

En primer lugar, no se puede dejar de decir, como lo venimos haciendo, que Argentina transitó un duelo poco real de su Generación Dorada. El equipo se despidió en Río 2016 después de 15 años de sueños cumplidos, y estiró 5 más su vida por la vigencia de Luis Scola. Incluso Carlos Delfino sigue en actividad y estuvo en ese partido contra Bahamas en Santiago. Pensar que, siendo Argentina, no se iba a sentir en algún momento el cimbronazo del fin de semejante generación era ilógico. No queremos meternos en terrenos resbaladizos, pero muchas veces vemos que los argentinos creemos que somos distintos al resto del mundo. Que podemos cambiar un país sin modificar los comportamientos, que podemos pasar de un equipo de oro a otro de oro porque sí... Para ese tipo de razonamiento, aunque se festejó como merecía, quizá no ayudó el subcampeonato mundial del 2019. ¿Aquí no pasó nada? Una generación de oro reemplazará a la otra de oro, porque así debe ser. Y no era así. No fue así. Ni será así. Si todas las grandes generaciones de la historia (Brasil, Puerto Rico, Yugoslavia, Croacia, Rusia, ahora mismo España) tuvieron huecos en su historia, ¿por qué no le iba a pasar a Argentina, que ni siquiera fue potencia nunca? 

Hoy nos espera el mundo entero
no es para menos, la coronación
brota el encanto del suelo argento
y no me vengan con cuentos chinos,
que el Che, Gardel o Maradona,
son los number one, como también lo soy yo
y argentino soy gracias a Dios
(La Argentinidad al Palo, de la Bersuit)

Y eso se ha trasladado demasiado rápido a la gente, que todavía no se dio cuenta de lo que pasó y piensa que, por tener 3 jugadores de Euroliga, había que aplastar a Chile. Y antes a Dominicana y luego a Bahamas. Eso ha provocado, por primera vez en no menos de 30 años, que el equipo parezca en deuda, y los jugadores lo sienten. Desde los 90 no veíamos a un equipo tan presionado por ganar. Emocionalmente el plantel está sufriendo y se nota cada vez que juega un partido de "los que no puede perder". Bueno, perdió los 3. La cantidad de barbaridades que se han podido leer en redes no tienen ningún fundamento. No pasó ni cuando Argentina quedó afuera por primera vez de unas semis grandes, en Turquía 2010, siendo arrasada por Lituania, o cuando no se pasó los octavos de final en el Mundial siguiente, en España. Incluso con un par de GD. La tolerancia, bien escaso en nuestro país, no existe más. 

2. La llegada de Fabián Borro a la presidencia de la Confederación y sus decisiones

La salida de Scola, pero también la de Sergio Hernández, después de Tokio, movieron toda la estructura que estaba de memoria. Todos sabían cómo jugaba Argentina, qué pensaba Hernández, qué iba a hacer el equipo, que Scola iba a estar siempre, que además iba a tapar los huecos, etc. Después del 2021 ya no estaban más los dos líderes. Eso implicó también la salida de un grupo que se había comprometido mucho con la gestión de Federico Susbielles, avalada justamente por la línea alta de la GD desde que en el 2014 había llegado como interventor de la CABB de Germán Vaccaro que ellos habían volteado. Así terminaron yéndose también Silvio Santander, Gabriel Piccato, Maxi Seigorman del cuerpo técnico y Facundo Petracci, Sebastián Uranga y otros de las oficinas. Hasta Germán Beder, el jefe de prensa, que era parte del riñón de ese sector. Entre 2019 y 2021 casi no quedó nadie de la vieja conducción. De alguna manera, la victoria de Borro (producto en buena parte de la desatención de Susbielles a las provincias que votan en la CABB en medio de su campaña política para ser intendente de Bahía Blanca), rompió algo que, se estima, era la idea de Luis y el resto. Una continuidad de Susbielles que permitiera, tras el retiro de Scola, su llegada a la Confederación para arrancar un plan moderno bajo su liderazgo. Por eso el 2019 es clave en esta historia. 

Borro, no tan fiel a su estilo, si bien limpió la CABB del personal que estaba prácticamente al 100%, intentó de entrada una convivencia amigable con Scola y Hernández, que públicamente habían apoyado a Susbielles (como Ginóbili y varios más), y cuando llegó el momento de la salida de Oveja, fue por alguien que (honestamente decimos), fue apoyado con bastante unanimidad por entrenadores, dirigentes y gente en general (ahora todos dicen que no, pero eso no sorprende): Néstor García. La experiencia con el Che salió muy mal. ¿Previsiblemente mal? Nosotros creímos, quizá ingenuamente, que los problemas personales del Che serían superados por su indiscutible deseo de dirigir a Argentina. Nos equivocamos. El Che, eso sí, no era el indicado para armar un plan que tuviera como eje el futuro sin Scola. Néstor siempre fue bueno en el campo. No en la planificación. En ese aspecto, nunca se lo rodeó de gente que tuviera El Plan como objetivo central. En ese momento, como ahora, pensamos que hacía falta un Director Deportivo que comandara el barco como Julio Lamas, amigo además del Che. E indiscutiblemente capacitado y respetado por prensa, colegas y gente. Incluso con pasado exitoso trabajando con Borro en Obras. No se dio. Y luego pasó lo que pasó. El Che afuera y por primera vez en 30 años, a buscar un entrenador por despido del actual. 

En cuanto a lo organizativo, por decisión propia, por una cuestión económica o por lo que fuera, el lote de programas que había, en cuanto a detección de talentos, planes de altura y demás, se modificó casi por completo. Y quedó bastante menos gente trabajando. Obviamente, no ayudó ni la pandemia, ni la caída en picada de la economía argentina, con la inflación por las nubes. ¿Pero es todo plata? Si tuviéramos que responder rápido, diríamos que no. Porque si no no cierra que para la Ventana contra Chile hayan venido 15 personas de Europa (3 del cuerpo técnico-médico), incluyendo a chicos como Giovannetti, Bocca, Bressan o Corbalán, que prácticamente no jugaron. Está bárbaro que se puedan empezar a codear con los grandes, pero primero hay que sentar los cimientos de una estructura que arme el plan macro. Insistimos: la Confederación necesita un Director Deportivo, con peso, que convoque a los que saben y entienden para crear un plan global, mínimo, a 10 años. Y un asistente full time de primera categoría, como el propio Casalánguida, Santander o algún otro (no hay demasiados con esas características). Y con esto que acabamos de decir no se puede esgrimir la falta de dinero. El punto es cómo optimizar lo que hay. Argentina volverá a hacer una concentración en Alicante, España, en julio. Seguramente será una inversión grande. Excelente que se haga. Pero parecen seguir siendo situaciones puntuales sin un eje, un proyecto. 

3. El nuevo entrenador

La elección de Pablo Prigioni no tuvo demasiados opositores, aunque nuevamente ahora pareciera que nadie lo apoyó en su momento. La mayoría de sus colegas estuvo de acuerdo en que era una persona capacitada, trabajando en la mejor liga del mundo, joven, con ganas, y con la cabeza abierta para cambiar hacia un sistema de juego que tuviera en cuenta las capacidades actuales del material argentino. Distintas a las anteriores. Con Prigioni se dio, por primera vez, un hecho diferente: no dirigía en Argentina ni en Europa. Y el nuevo sistema de Ventanas hacía que, a veces, no pudiera estar presente. Sin embargo, pudo venir a la Argentina en febrero del año pasado en la decisiva Ventana contra Canadá y Dominicana y luego armar el único mes de trabajo contínuo que tuvo desde que asumió en 2022, para buscar solidificar su idea de juego que, como es sabido, se enfoca mucho en lo que las métricas tiran sobre eficiencia en los tiros, espacios, etc. Muy NBA y, por ahora, no muy entendido o aceptado por el público argentino. Eso no es culpa de Prigioni, que está convencido no solo del sistema, sino de que es el mejor para esta etapa de la Argentina. 

Por otro lado, al estar Pablo en la NBA y, por ejemplo, no poder venir a la Ventana por la Americup, se decidió que lo reemplace Herman Mándole, uno de sus asistentes. No fue Leandro Ramella, que había dirigido a Argentina en los Panamericanos (algo que no terminó de entenderse nunca si después no iba a seguir), tampoco Gonzalo García (firmó con la selección de Panamá), ni Leo Gutiérrez (ausente ya hace un año). Mándole es, seguramente, el que más encaja con el estilo que quiere imponer Prigioni. De hecho, es primer asistente en el Varese de Luis Scola, quizá el más convencido de ese sistema. Y al mismo tiempo se dio el regreso de Nico Casalánguida. Situación rara, confusa. El punto es: ¿cómo armar un proyecto con un sistema de juego nuevo, con un entrenador en EEUU, otro en Italia y la mayoría de los jugadores -todos en el caso de esta Ventana- en España (10) e Italia (2)? Que llegan 3 o 4 días antes del partido tras un viaje de 12 horas (mínimo). No es fácil ni va a ser fácil y no está claro que haya muchas más opciones. Si Argentina eligió a Prigioni como DT, sabía que esto iba a pasar. Y, en ese caso, era clave tener un primer asistente full time, en Argentina, de experiencia y trayectoria, para organizar y armar todo el trabajo que ni Pablo ni Mándole pueden hacer mientras están en la NBA o Europa. Planificación, seguimiento de jugadores, armado. Ahora volvió Nico Casalánguida, ¿pero en qué rol cuando no haya competencia?

Definitivamente, Argentina no puede armar una selección de Liga Nacional. No porque no pueda competir, por ejemplo, en estas Ventanas por la Americup, sino porque no serviría demasiado a futuro. Puede, eso sí, incluir a promesas jóvenes (o no tanto), o incluso también sumar algunas que actúan en la región. Ejemplos: Bautista Lugarini, Franco Baralle, José Vildoza, Agustín Barreiro. Lo que está claro es que, como nunca, Argentina tiene casi todo su talento afuera, veterano, medio y joven. Como le ocurre a pocos en el mundo, básicamente países africanos.

Hace menos de un año, la posibilidad de volver a acercar a alguien que estaba muy metido en todos estos temas desde hace años, como Silvio Santander, estuvo en los papeles. O, al menos, eso se creyó. Pero la oferta formal nunca llegó. Todos sabemos que la Confederación no tiene grandes recursos y que muchas cosas se pagan vía Enard, como toda la logística interna de los dos partidos en Mar del Plata y Chile (viajes y hotelería). Esto último, con la asunción de Javier Milei, habrá que ver si sigue igual. Dicen que sí. Veremos. Con lo demás, no hay que ser muy inteligente para creer que hay que optimizar lo disponible al máximo, y para eso es imprescindible una estructura de gente que hoy la CAB no tiene. Ya no sobra el talento, entonces hay que potenciar todo lo demás. 

4. El factor Scola

A nuestro entender es un tema central. No es fácil dimensionar el aspecto más difícil de la caída deportiva, que es el retiro de Luis Scola. Siempre se había sospechado, pero se confirmó cuando ocurrió, que a la Argentina le iba a ser más difícil reemplazar a Luis que a Manu Ginóbili. Y fue así. Por características de jugadores, Manu podía ser disimulado. Scola no. Y Luis fue el eje de Argentina durante casi 25 años. La era moderna y exitosa de nuestro país. Argentina jugó de una manera porque tenía a Scola. Incluso en el Mundial 2019, con Luis ya funcionando como cuatro más moderno, con tiro de tres puntos, en un ámbito más dinámico. Pero generando también cerca del cesto. De todos modos, la salida de Luis no solo modificó 180 grados el sistema de juego de Argentina, sino algo mucho más importante: se fue el líder adentro y, sobre todo, afuera de la cancha. El que exigía que todos se comprometieran, el que estaba atento a los comportamientos del grupo, el que presionaba a la dirigencia para que las concentraciones fueron lo mejor posibles, el que incluso conseguía que equipos NBA prestaran instalaciones. Argentina perdió en un santiamén, con todo lo que uno pueda llegar a discutir con Luis sobre ideas y métodos, al tipo que manejaba absolutamente todo. Las 3 patas del asunto: la deportiva adentro de la cancha, la deportiva-organizativa afuera y la organizativa post retiro al final. ¿Era el único que podía hacerlo? Las 3 cosas, sí. Y la de futuro, al menos era el que más la había pensado en su cabeza. Después tenía que llevarla a la zona terrenal, que es bastante menos simple. 

La nueva Argentina, además, no tiene líderes. Y esto no es una crítica. Campazzo, Lapro, Deck, Brussino, Delía, por nombrar a los históricos, tienen ascendencia sobre sus compañeros, pero eso es otra cosa. De hecho, ninguno tampoco lo es en sus equipos. Facu comanda al Madrid, como a la selección, dentro de la cancha, pero al lado tiene a Llull, a Rudy, a Chacho, los líderes por carrera. Más vocales. Deck es el lugarteniente ideal en ese mismo equipo. Callado y rendidor. En Barcelona ahora tampoco sobran, porque justamente a Jasikevicius no le cerraban demasiado esos jugadores, y si bien el lituano se fue, hay un liderazgo bastante horizontal, con muchos en línea: Vesely, Kalinic, el propio Lapro... pero no muy marcado. El resto es importante en su plantel, pero no líder. 

5. El plan

La madre de todas las batallas. Si hubiese que hacer una definición corta de Argentina sería: un país sin plan. En mi caso (54 años), desde que tengo uso de la memoria. Con buenas intenciones a veces, no muy claras en otras, pero con un componente diría hasta genético de resolver las cosas con el sistema "Después vemos". Un día para la izquierda, al otro día para la derecha, muchas veces acelerando en las curvas. Llegar al destino fijado rápido, porque no hay tiempo. Mi teoría es que en Argentina en general no hay plan porque la mayoría no resiste esperar los resultados de un plan. Procesos de mediano a largo plazo, como requería el final de la Generación Dorada. Porque seamos sinceros. La GD no fue producto de un plan. Justamente, fue otro milagro argentino, cuya semilla de origen fue el único proceso que se podría considerar un plan, de altísimo impacto, como fue la Liga Nacional, que a su vez se vio favorecido por distintas mareas (Ley Bosman, etc) que confluyeron en un equipo mágico. La tormenta perfecta. Pero no fue un plan. salió así. O, mejor dicho, fueron planes de sus entrenadores en cada proceso (Vecchio, Lamas, Magnano, Hernández), no desde la cúpula dirigencial. Y un día se terminó.

La situación es extremadamente compleja. No dramática. Argentina tiene muchas cosas positivas para intentar volver a ser competitiva a nivel internacional. Sigue sacando talento, sigue teniendo jugadores con carácter especial para jugar, sigue teniendo excelentes entrenadores. Pero no tiene un rumbo claro. Para salir de esta situación de origen multifactorial, los que entienden dicen que lo primero es tener un buen diagnóstico para después saber cómo encararlo y con quiénes. Si no, lo más probable es que las cosas sucedan casi por azar. Y, se sabe, en el azar la mayor parte de las veces se pierde. 

Fabián García / [email protected]
En Twitter: @basquetplus

 

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