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Comer, rezar, amar es una película protagonizada por Julia Roberts, en la que se relata la vida de Elizabeth Gilbert, una mujer que lo tenía todo: un esposo, una bella casa y una exitosa carrera profesional. Sin embargo, un día se preguntó qué deseaba realmente para su vida y decidió iniciar un viaje de auto descubrimiento que duró un año, en donde visitó Italia, India e Indonesia. En el primer lugar comió, en el segundo rezó y en el terceró amó. 

Toni Kukoc fue un legendario jugador de Europa, pero también de la NBA y más precisamente de Chicago Bulls. Lo del zurdo nacido en Croacia era simplemente comer, comer, comer y cuando sus compañeros lo conocieron no lo podían creer. Pastas, vinos, postres y una ida al baño era el crisol ideal que le permitían rendir en la cancha luego. 

Así lo recordó su excompañero Steve Kerr: "Era el primer partido, serían las tres de la tarde y faltaban cuatro horas para comenzar el encuentro. Vi a Kukoc con una ensalada, una entrada, un gran plato de pasta, pollo y un vaso de vino. Y después se comió un postre de tiramisú y un café expreso. Yo estaba alucinado". 

El tirador, extasiado, le preguntó a Toni por qué comía tanto y él le respondió que "en Europa antes de los partidos comemos mucho, bebemos un poco de vino, tomamos un café, volvemos al hotel para ir al baño y luego salimos a jugar". Un ritual escatológico, de esos que nadie conocía. Pero le daba resultado. No odien al jugador, odien al juego. 

Ignacio Miranda/ [email protected]
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