¿Por qué fue tan bueno Luis Scola?
20:06 21/09/2021 | Un viaje por el impresionante proceso que pasó el capitán para convertirse en uno de los mejores de todos los tiempos.
¿Por qué fue tan bueno Luis Scola?
Describir el juego de los grandes del deporte suele ser una utopía. Caracterizar qué los hace tan especiales no es fácil y a veces puede resultar algo imposible.
La mentalidad, el cuidado de los detalles, el poderío técnico, la eficiencia, el liderazgo… Las cualidades son muchas, las virtudes también. Las deficiencias, muy pocas.
¿Cómo un jugador se convierte en alguien imparable? ¿Cuál es el secreto para mantenerse vigente? ¿Por qué muy pocos pueden seguir el ritmo, la ética y la disciplina?
En el caso de Scola, para entender el proceso por el cual estuvo en la élite del básquet por 26 temporadas es complejo y sumamente complicado de explicar.
Desde que empezó a jugar a los siete años, Luis intentó adquirir habilidades para lastimar de frente al aro, evitando moverse de espaldas con mucha frecuencia.
En preinfantiles pasó a Ferro y, como se ve en el video, mostró su capacidad innata para anotar cerca del aro. La tendencia a lastimar tras giro por línea de fondo, correr la cancha como finalizador y hasta anotando de tres fueron atributos que luego le permitieron dominar en el profesionalismo.
Poco a poco fue creciendo y pasó de promediar apenas 1,3 puntos en la temporada 1995/96 de la Liga Nacional a 10,4 tantos y 4,8 rebotes en la 1997/98, con una eficiencia superior al 50% en tiros de campo (58%) que solo en la NBA disminuiría.
Los mismos preceptos se observan en estas acciones. Giro hacia la línea de fondo para anticipar la marca y recepción en transición para definir con una volcada ante la oposición. Básico, sin secretos, pero indefendible.
Luego llegó el salto a Europa y tras una temporada de adaptación en el Gijón dio el paso al Tau Cerámica. Su juego se centró en ese tiempo en desempeñarse de espaldas, anotar desde el dunker spot (las dos áreas justo fuera de la pintura a lo largo de la línea de fondo) y en transición, con defensa de posicionamiento y anticipación para buscar los robos en los pases a la llave.
En la 2003/04 su impacto dio un vuelco con la llegada de Pablo Prigioni y el uso del pick and roll significó el agua para su mate en España, anotando con caídas y elevando su media anotadora a 16,2 entre la acb y la Euroliga esa temporada.
De hecho, su búsqueda en la pintura fue tan importante que en solo tres ocasiones en su carrera consiguió más intentos en la línea de libres, con 5,1 en la Euroliga de esa campaña.
Hasta el 2007 su promedio no bajó de los 16 puntos y año a año fue mejorando su eficiencia, especialmente a la hora de cuidar el balón, para irse a la NBA con la marca más baja de pérdidas de su carrera en ese momento (1,9 entre acb y Euroliga).
2/17. Ese fue su saldo en tiros de tres al mudarse a Estados Unidos. 1/17. La cuestión se prolongó en Texas y aquel era el resultado de triples en sus primeras cuatro temporadas con los Rockets.
En todo ese lapso ganó una medalla dorada y otra de bronce con Argentina, demostró su valía en la NBA, cambió su alimentación y aportó su cuota para que Houston sea uno de las franquicias más sólidas del Oeste.
Pero el básquet estaba cambiando y los internos debían adaptarse, especialmente los cuatro. La capacidad para lanzar de tres sería vital para quienes se desempeñaban en esa posición y Scola leería el momento.
En Phoenix empezó a foguearse como interno abierto, utilizando el pop (abrirse en vez de caer) y extendiendo su rango con confianza y planificación, como se puede ver en este encuentro ante Sacramento en el que anotó un triple y muchos dobles largos haciendo ese movimiento.
Al irse a Indiana en la 2013/14 volvió un poco a su rol anterior, en un equipo conservador que históricamente prefirió el uso de dos torres. Paulatinamente, a pesar de eso, el argentino fue adaptándose y en Toronto ya tuvo rienda suelta, marcando 65 triples en la 2015/16.
La punta de lanza evolutiva, sin embargo, recién estaba llegando. En 2019 se entrenó por 15 días con Mariano Sánchez para el Mundial de China de ese año.
“Hay que mostrarles sus debilidades y también sus nuevas posibilidades. Scola logró velocidad, agilidad y técnicas para crear espacios y no chocar tantos, también para resolver de frente al aro y evitar los robos”, le contó el entrenador a Básquet Plus en su momento, describiendo cómo Luis buscó dar un salto de calidad.
Toda esa parafernalia se tradujo en Asia. Anotar de tres, correr la cancha ya como portador y no solo como finalizador, realizar las rotaciones defensivas y ocupar espacios para evitar las colisiones, Scola dominó, nuevamente.
Finalmente, en Tokio, y antes en Milano y el Varese, se dedicó a alimentarse con triples y a ser productivo desde un rol impensado en sus primeros años en Argentina, con 41 años en su espalda y un sinfín de experiencias que lo moldearon.
La teoría de la evolución perteneció a Charles Darwin, pero una ramificación podría extenderse para Scola. Evitar el conformismo, rodearse de los mejores, detectar tendencias, aclimatarse y jamás tenerle miedo a los cambios, de eso se trató su eterno engaño.
Ignacio Miranda/ [email protected]
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