Manu Ginóbili y la normalidad de lo anormal
15:23 13/08/2023 | El bahiense estuvo ayer en la ceremonia de introducción al Hall of Fame de Parker y Pop y ambos lo nombraron como un referente. ¿Cuándo pasó todo esto?
A veces nos repetimos en algunas cuestiones. Cuestiones de edad del que escribe esto (53), pero sobre todo de negarme a dejar pasar lo extraordinario para sentirlo como normal. Viendo la ceremonia de anoche del Hall of Fame, con muchos consagrados relacionados con los Spurs (Popovich, Parker, Gasol, Hammon), nos encontramos a Popovich (¿el mejor entrenador de la historia, el segundo, Top 5?) colocando a Manu Ginóbili en una situación de privilegio. Y a Tony Parker dedicándole un buen rato. Era la ceremonia de ellos, pero Manu fue actor de reparto central en los discursos de ambos. Y pasó como si nada.
O sea. Manu Ginóbili, argentino, de 46 joviales años, 5 años después de su retiro, es parte de la historia súper grande de la NBA, es decir, del básquet mundial. Y la FIBA, para promocionar a su próximo Mundial, obviamente elige a alguien que la representa mejor que nadie, Luis Scola, único basquetbolista en la historia en haber participado de 5 Mundiales y 5 Juegos Olímpicos. Normal.
¿Cuándo sucedió que nos empezaron a parecer normales estas cosas? Tengo una teoría, totalmente insostenible desde lo científico, que tiene que ver, a mi humilde parecer, con la principal virtud que se le endilga a los argentinos: su capacidad de adaptación. Se acomoda a lo que sea. Es como que hay algo en nuestro ADN que hace que todo sea relativo, todo nos entra y nos sale con mucha facilidad. Para algunas cosas, como practicar deportes (no siempre juega a favor), suele ser positivo. Como sociedad, que lo diga mejor un sociólogo, pero daría la sensación de que no funciona tan bien.
Argentina fue protagonista en los últimos 40 años de momentos extremos en el básquet. De no ser nada a ser todo. Surgimiento de la Liga Nacional, con enorme apoyo popular, victoria ante Estados Unidos en el Mundial 86, meseta en los 90, explosión de la Generación Dorada a comienzos de este siglo, quiebre del invicto del Dream Team en el 2002, final perdida a nivel tragedia una semana después, oro olímpico en el 2004, instalación en la cima mundial durante más de 15 años, retiro de Scola en pandemia con 41 años, no clasificación al Mundial 2023.
Nos acomodamos rápidamente al éxito con tanta naturalidad como al no estar en Filipinas en dos semanas. Reacción de sobreviviente, que come caviar cuando el viento sopla a favor y rasca la olla al día siguiente si cambia el aire de dirección. Naturalizamos el cambio y el tobogán permanente. Quizá por eso, de alguna manera, cuando estamos en la cresta de la ola, no cuidamos demasiado el equilibrio. Nos embriaga el soplo en la cara del triunfo, sabedores que también podremos sobreponernos a la caída inminente.
Entonces, como nos resulta normal esto que ocurre con Manu o con Scola, mañana quizá nos resulte igual de natural si quedamos afuera del circuito grande, como antes de la GD. Probablemente nos guste demasiado ese sube y baja y, quizá, sea eso parte de la explicación de lo que somos y de cómo estamos.
Fabián García / [email protected]
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