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Shaquille O’Neal sorprendió al contar en Inside the NBA que durante los Juegos Olímpicos de Atlanta 1996 dio positivo por cocaína tras un control antidoping erróneo. “Nos dijeron que no comiéramos antes del test, pero estuvimos parados 3-4 horas en la fila. Vi unos muffins de semillas de amapola y los comí”, relató.

Luego, Horace Balmer, miembro del comité antidopaje, le informó la sanción. “Me dijeron que estaba positivo por cocaína. Nunca hice algo así en mi vida”, agregó Shaq. Tras una investigación, se descubrió que los muffins contenían derivados de la sustancia prohibida.

El caso resurgió en el debate luego de la suspensión de Bobby Portis, de Milwaukee Bucks, por consumir un medicamento prohibido. La confusión se dio por la similitud de nombres entre Tramadol y Toradol, dos sustancias distintas, pero una en la lista de la NBA. “Ese es el problema que tengo con la liga. Te dicen que no tomes ciertas cosas, pero algo que no está en la lista puede tener derivados de algo prohibido, y podés arruinar todo”, reclamó O’Neal, empatizando con la situación de Portis.

El reglamento antidopaje de la NBA es estricto, pero casos como estos ponen en cuestión su flexibilidad. Portis no mostró mejoras en su rendimiento tras el consumo accidental y, sin embargo, recibió una sanción que lo dejará fuera casi toda la fase regular. No hay una forma de apelar o revisar estas decisiones cuando los jugadores pueden explicar cómo y por qué consumieron ciertas sustancias y la ausencia de Portis golpeará al Milwaukee de Doc Rivers.