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Si hay un equipo al que este torneo le servirá como experiencia de cara al futuro, es Croacia. El conjunto que dirige Petrovic está en pleno recambio generacional, con una camada sensacional que ya empieza a hacer ruido a nivel internacional. Los croatas llegan a Río sin presión, pero si a eso le sumamos el talento de varias de sus piezas, estamos hablando de un equipo sumamente peligroso.

Croacia tiene el segundo promedio de edad más bajo de torneo (26,3 años) y si bien tiene a dos referentes más veteranos como Bojan Bogdanovic y Krunoslav Simon, el aporte de los jóvenes es fundamental. De hecho, el jugador más desequilibrante y completo del plantel es Dario Saric, de apenas 22 años. El ala pivote hace casi todo bien y no para de progresar, lo cual hace imaginar que Río puede marcar su gran salto al estrellato (más allá de que ya lo viene demostrando a nivel clubes). Y como si con Saric no alcanzara, Petrovic también dispone de Mario Hezonja (21 años) y su combinación de altura, capacidad atlética y tiro.

Los europeos presentan uno de los perímetros más picantes del torneo, al menos a nivel ofensivo. No solo tienen tiradores, sino también jugadores capaces de crear consistentemente poniendo la pelota en el piso. La situación es algo distinta en el juego interior, donde exceptuando a Saric, no poseen tanta jerarquía y seguramente vayan a extrañar el aporte de Ante Tomic.

Mientras que en ataque se sabe lo que Croacia es capaz de hacer, su suerte en Río seguramente la determinará su defensa. Allí los interrogantes son más grandes, ya que si bien tienen mucha altura, no están en la misma categoría de otras potencias en terminos de explosión física o especialistas en cuanto a intensidad y fundamentos. Igualmente, hicieron un gran trabajo en ese aspecto en el Repechaje, dejando a Italia en 67 y 70 puntos (en el tiempo regular) y a Grecia en 61, por lo que tienen en qué apoyarse.

El otro punto a seguir de cerca pasa por la reacción anímica. La juventud del plantel y ciertos antecedentes negativos en esta clase de eventos podría prender una señal de alarma. Sin embargo, lo  hecho en Turín, eliminando al local en la final, alcanza para imaginar un seleccionado fuerte desde la cabeza y que como ya marcamos, no tiene demasiado para perder en Río.