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NBA

John Starks, el enemigo público

11:53 28/03/2021 | Los tremendos duelos entre Knicks y Bulls de los noventa lo hicieron uno de los archienemigos de Jordan. En New York aún lo aman y en Básquet Plus conocemos su historia.

John Starks, el corazón de Nueva York en los noventa (Foto: Getty)

New York no es una franquicia común, no es como todas las de la NBA, tiene un halo especial que la hace única y te puede llevar al más profundo del abismo basquetbolístico si no rendís o te puede poner en la cúspide de la fama si tu juego atrae al público, y en el Garden el gusto por el básquet también es singular y cotiza muy alto la entrega sin medida.

La introducción le cabe de pies a cabeza a John Starks, un jugador que se hizo bien de abajo y con mucho, pero mucho, corazón se ganó el idilio eterno de los fans de los Knicks. Su manera de jugar, su entrega, puntos y hasta sus peleas son hoy recordadas en los pasillos del Madison y por eso que Starks no fue un Knicks más.

La adolescencia en su Tulsa natal no fue muy fácil, bastante problemas de indisciplina lo hicieron deambular por tres colegios distintos hasta llegar a la universidad, sin dudas que un lugar en el que no soñaba estar más allá que para jugar al básquet. Así fue que en Oklahoma State duró un año y se postuló para el Draft de 1988, pero como estaba claro para un jugador que no se destacaba demasiado y encima ostentaba apenas un año de formación académica no iba a ser objeto de deseo de ninguna franquicia, y así fue.

Pero quien no claudica tiene premio, un campamento de verano en los Warriors abrió la puerta que Starks necesitaba para ser NBA. Tuvo un buen desempeño en las pruebas con Golden State y fue contratado, cumpliendo su meta de pertenecer a la meca del basquetbol estadounidense en Golden State, aunque sus probabilidades de protagonismo iban a ser pocas, ya que su puesto estaba reservado para la joven promesa Mitch Richmond, el número cuatro de esa camada del draft de esa temporada.

En el elenco de Oakland tuvo casi nula participación en su año rookie, apenas 36 juegos con números 8.8 minutos y 4.1 putos y una salida temprana de la plantilla casi de manera previsible. El básquetbol lo llevó a las ligas menores como la CBA (Continental Basketball Asociation). Vistió la casaca de los Cedar Rapids y rápidamente se convirtió en una figura convocante con sus 21.7 puntos por encuentro.

A Pat Riley le llegó el dato de este jugador que estaba sobresaliendo en la CBA y decidió convocarlo a la pretemporada de la campaña 1990/91. A decir verdad, en los Knicks no había muchas ilusiones con este fichaje/apuesta, pero no hay mal que por bien no venga dijo Starks en aquella pretemporada. Intentó llamar la atención con una volcada sobre la figura de Pat Ewing y terminó en el suelo con una lesión, pero gracias a que no se podía cortar a un jugador lastimado alargó su estadía en Nueva York.

Diciembre de 1990, los Kincks continuaban plagados de lesiones y entre ellos estaba Gerlad Wilkins, el hermano mayor de Dominique, quien jugaba en la posición de escolta. Esta baja abrió un hueco para el recién recuperado John Starks y entonces Riley decidió activarlo para enfrentar nada y nada menos que a los Bulls de Jordan, equipo que a la apostrofe sería el campeón.

Esa fue la primera de las batallas que libró contra Michael Jordan, a lo largo de los años se ganó la fama duro en defensa y a raíz de eso siempre fue el elegido para poder frenar al menos un poco al más grande de todos los tiempos. Sobre su primera experiencia marcando a Su Majestad, Starks recordó: “Ese día me preguntaron si estaba asustado y respondí que no, porque yo ya me había enfrentado a Michael Jordan muchas veces en mi mente y me sentía con la confianza para tener un buen juego a la defensiva ante él”

A partir de ese día comenzó su historia con el pueblo neoyorquino y su idilio se fue consolidando a base de esfuerzo defensivo y altruismo para pensar siempre primero en el equipo. El impacto de Starks se duplicó de una temporada a la otra, pasando de 7.6 en la campaña debut con los Kincks a 13.6 en la siguiente, además de 3.4 asistencias y 1.8 robos por juego.

En la década del 90, New York hizo las veces de Detroit en los 80 para Chicago y se transformó en el archienemigo de los Bulls, pero con muy poca fortuna. La fortaleza mental de los comandados por Phil Jakson fueron un monte que jamás pudieron escalar, a pesar de haber intentando y dejado todo una y otra vez. Starks raspó, peleó e incomodó a Jordan por momentos, pero Su Majestad siempre tuvo la última palabra y los tickets a las finales de Conferencia o de NBA eran de los Bulls.

Cuando Jordan puso un freno a su carrera, New York asaltó el Este y llegó a las finales ante Houston. Starks tuvo una seria lesión muy cerca del cierre de la fase regular y se estimaba que no llegaría ni a los playoffs, aunque si se pensaba eso se estaba subestimando al corazón de un gladiador. Se recuperó más rápido de los esperado y tuvo el rodaje justo para estar en buena forma para la post temporada, sobre todo en las instancias decisivas.

La historia del escolta oriundo de Tulsa podría haber tenido su punto culmine de gloria en la temporada 1993/94 cuando el equipo de la Gran Manzana llegó a Texas con ventaja de 3-2 en aquellas finales ante los Rockets. El juego seis venía muy mal para los Knicks, veinte puntos abajo y John tomó la posta con los lanzamientos y trajo a su equipo de vuelta con 27 puntos (5/8 triples). Estaba prendido fuego y la última bola quedó en sus manos, era un tiro para ganar el campeonato esquivo desde 1973, pero Hakeen Olajuwon le dijo no, bloqueó su tiro de tres puntos con la punta de sus dedos.

El juego siete fue la peor pesadilla de su carrera, New York cayó 90-84 y Starks tiró la friolera de 0-11 en triples, una verdadera espina para alguien con su personalidad, atrapado y sin salida en el juego más importante de su carrera. La pregunta era si se iba a recuperar de eso y la respuesta fue sí, continuó siendo protagonista y Jeff Van Gundy en el lustro 1996/97 lo puso como sexto hombre y desde allí también contribuyó para ser el mejor de la liga desde la banca.

La vuelta de Michael Jordan no volvió a darle chances a New York, se adueño de la liga nuevamente con Starks presentando batalla cada noche pero con el resultado de ver de afuera las finales de la NBA.

Su carrera no terminó en New York, continuó con una vuelta a los Warriors, un paso muy efímero por Chicago (cuatro partidos) y unas últimas dos campañas con el Jazz. En total fueron 228 juegos tras su partida de los Knicks y ninguno de esos minutos con otras camisetas fueron suficientes para recordar que continúo jugando después de New York, ya que para cualquier fanático del baloncesto y de la NBA, cuando se habla de John Starks, se está hablando lisa y llanamente del número 3 de los New York Knicks.

Mauro Osores / [email protected]
En Twitter: @basquetplus
En Twitter: @osoresmauro

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