Una pileta, un sueño frustrado y una promesa: la gran historia de Tim Duncan
20:40 24/03/2021 | Quería ser nadador olímpico, pero un huracán lo cambió todo. Aprendió a jugar al básquet a los 14. Lo suyo con la naranja era innato. Fue leyenda.
Un niño nadando en la única pileta olímpica de Saint Croix, Islas Vírgenes. Muchos sueños y un deseo de ser el mejor atleta posible en esa disciplina. Hasta ese momento eran bagatelas en el aire y pura divagación. El protagonista era Tim Duncan y lo suyo era imaginación. Él y su hermana Tricia eran dos prodigiosos nadadores y cuando el exjugador de la NBA tenía apenas 13 años ya estaba compitiendo para Estados Unidos a nivel nacional. También ostenta el récord del lugar en los eventos de estilo libre de 50 y 100 metros. Nada mal para el callado de San Antonio, ¿no?
Hasta acá muchos se preguntarán cómo fue que un talentoso nadador se convirtió en un legendario jugador de básquet. El motivo fue un huracán llamado Hugo, el cual destruyó aquella pileta olímpica mencionada previamente. Esto provocó que Duncan y su hermana tuvieran que comenzar a entrenarse en el océano. También forzó a Tim, deportista de alma, a buscar otras opciones para seguir activo, ya que su miedo a los tiburones lo llevó a abandonar la disciplina.
A su vez, su madre falleció de un cáncer de mama un día antes de su cumpleaños número 14. Antes de morir, su progenitora les hizo cumplir a Tim y a sus hermanas Cheryl y Tricia una promesa: que se recibirían de la universidad. Afortunadamente, en complicidad con su altura, Duncan encontró en el básquet un nuevo santuario en el que podía ser de nuevo el más destacado. Era extremadamente alto y tenía un talento natural. Además, la naranja podía ser la puerta que lo lleve a algún colegio de Estados Unidos para cumplir el deseo de su mamá.
Efecto mariposa
Todo comenzó cuando el esposo de Cheryl lo convenció de jugar al básquet. Exjugador de la Universidad de Ohio, estaba relamiéndose los dedos por la oportunidad. Así fue que en St. Dunstan's Episcopal High School explotó rápidamente y en su último año promedió 25 puntos que dejaron plasmados lo que podía dar y su proyección.
Superó su torpeza propia de su altura y descoordinación y arrasó. Un entrenador lo tenía en mente desde que cuando Tim corría los 16 años lo vio enfrentarse a Alonzo Mourning en una visita de la exestrella a la isla, cuando compitió con un equipo formativo del seleccionado norteamericano. Era Dave Odom, ¡nada más y nada menos que de Wake Forest University!
Odom estaba buscando un jugador alto y físico para darle un salto a su programa. Sin embargo, dado el débil nivel del básquet en las Islas Vírgenes, el coach se mostró cauteloso con Duncan al principio, especialmente después de conocerlo por primera vez y pensar que no estaba atento ni enfocado.
Un nuevo capítulo
Resulta que Duncan miró fijamente a Odom durante la mayor parte de la conversación. Pero luego de la primera charla, el entrenador entendió que esto era solo el comportamiento de Tim y descubrió que no solo era un atleta talentoso sino también un aprendiz rápido. Con el tiempo, a pesar de las ofertas de becas de la Hartford, Delaware y Providence College, el interno se unió a Wake Forest sin más preámbulos.
Rápidamente demostró ser un fenómeno, hasta el punto de que algunos lo animaron a dejar la escuela antes de tiempo y conseguir ese acaudalado contrato en la NBA. Pero Duncan decidió quedarse estudiando por una razón muy personal: la promesa que le había hecho su madre en su lecho de muerte. Su motor era obtener un título universitario. Y lo hizo... Se recibió de psicólogo e incluso terminó siendo coautor de un capítulo de un libro de psicología durante su tiempo en Wake Forest.
Tras hacer historia en Wake Forest todos tenían claro que era un talento único en una generación que podía revertir inmediatamente la suerte adversa de una franquicia NBA. Por ende, los equipos lo querían como sea. Pero tal vez nadie lo deseaba más que los Celtics, quienes se embarcaron en una ola de derrotas épica e "intencional", abriéndose camino hacia un abismal récord de 15-67. La tentadora perspectiva de tener a Tim Duncan durante una década o más incluso alejó a Rick Pitino de las filas universitarias para asumir el cargo de entrenador en jefe de Boston.
Los planes a veces se truncan y surgió un pequeño problema: a pesar de tener el peor balance, los Celtics terminaron obteniendo solo el tercer pick. En cambio, fueron los Spurs quienes tuvieron la suerte de ser la primera selección después de un bajo récord debido a las lesiones de sus principales estrellas que pusieron fin a la temporada. ¿Increíble no? Gracias sistema de lotería.
Revolución
Esas expectativas rápidamente se cumplieron y se superaron. Los Spurs pasaron de un récord de apenas 20 victorias (62 derrotas) a un balance de 56-26. "Él es verdadero, estoy orgulloso de su esfuerzo y de su actitud", palabras de David Robinson, la figura del equipo. Impresionado, el Almirante fue siempre su maestro y en aquella temporada San Antonio llegó hasta donde Utah lo dejó, cayendo en segunda ronda ante Malone, Stockton y compañía. La cosa, señores y señoras, recién empezaba.
La temporada 1998/99 se acortó por el lock-out, pero los Spurs estaban listos para asaltar la NBA. 37 victorias y 13 derrotas en la regular. Los Timberwolves su primera víctima en playoffs, después los Lakers, los Blazers y en la final unos Knicks que sucumbieron ante el talento de los texanos. Solo dos encuentros cedieron los de Popovich en esa postemporada... Y, por supuesto, Duncan se quedó con el MVP de las finales, con promedios de 27.4 puntos y 14.0 rebotes. Dominante como nadie.
Después llegó una dictadura de los Lakers con Shaq, Kobe, Jackson y compañía, quedándose con tres anillos consecutivos en 2000, 2001 y 2002. La próxima campaña esperaba ansiosa y debía existir otro contendiente.
Tim de un lado, Robinson del otro, Parker en su salsa y un tal Manu Ginóbili dando sus primeros pasos tras ser una estrella en Europa. Tras eliminar a los Lakers en el Oeste derrotaron a los Nets en la final (4-2) y los Spurs volvieron a bañarse de gloria. El eje, centro y política de estado era Duncan y todo pasaba por él. Obviamente, el MVP tuvo su nombre escrito desde que empezó la serie. 24.2 puntos y 17.0 rebotes lo avalaron.
Esos anillos fueron el preludio de lo que significaría el reinado de Tim Duncan en la NBA y San Antonio, siempre con Tony y Manu Ginóbili mirando de cerca y peleando a su lado para conformar uno de los tridentes más destacados y ganadores de la historia. Siguieron cuatro sortijas más y en Texas la vida nunca más fue igual.
Uno en un millón
Más allá de los títulos, los reconocimientos y las condecoraciones, Duncan se erigió como uno de los grandes por su personalidad, humildad, solidaridad y compañerismo. Dispuesto a liderar con el ejemplo y en silencio. De esos que no necesitan gritar para hacerse escuchar.
Tim Duncan siempre fue el mayor que emana respeto.
Un señor.
Un innato ganador.
El más suizo de los relojes.
El más caballero de los mortales.
Ignacio Miranda/ [email protected]
En Twitter: @basquetplus
En Twitter: @nachomiranda14
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