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Bobby Hurley fue mucho más que una promesa: era una realidad en el básquet universitario y un jugador destinado a la grandeza en la NBA. Considerado el mejor base en la historia de la Universidad de Duke, Hurley fue clave en los títulos consecutivos de la NCAA en 1991 y 1992 bajo el mando de Mike Krzyzewski. Líder histórico en asistencias de la NCAA con 1.076, su visión de juego y capacidad para repartir pases le permitieron ser comparado con John Stockton, el referente de los bases pasadores de los 90’. Su talento y currículum impecable le valieron ser seleccionado en la séptima posición del Draft de 1993 por Sacramento Kings.

Sin embargo, su prometedora carrera profesional se vio marcada por un trágico accidente el 12 de diciembre de 1993. Tras un partido contra los Clippers, Hurley fue embestido por un conductor sin luces en una noche fatídica. El impacto lo expulsó de su vehículo, provocándole lesiones múltiples: pulmones colapsados, tráquea seccionada, fractura de peroné, costillas rotas y una grave lesión de rodilla. Médicos afirmaron que 99 de cada 100 personas en su condición no habrían sobrevivido, pero Hurley desafió las probabilidades. Años después, en 2012, el conductor Daniel Wieland finalmente se disculpó, reconociendo la imprudencia que casi costó la vida al base.

A pesar de regresar milagrosamente a las canchas en la temporada 1994-95, Hurley nunca recuperó su nivel previo. Aunque tuvo momentos destacados, como su partido de retorno con 11 puntos y 5 asistencias, el cuerpo no le permitió consolidarse en la NBA. Tras 242 partidos en Sacramento y un breve paso por Vancouver Grizzlies, decidió retirarse en 1998. Su resiliencia y pasión por el deporte lo llevaron a reinventarse fuera de la cancha, primero como aficionado a las carreras de caballos y luego como entrenador universitario.

Bobby encontró su lugar en el básquet desde el banco. Tras dos temporadas exitosas con Buffalo Bulls, dio el salto a Arizona State, donde formó a jugadores como Luguentz Dort y Josh Christopher. Mientras tanto, su hermano menor, Dan Hurley, también golpeó en el básquet colegial ganando el reciente bicampeonato con UConn

La historia de Bobby Hurley es un recordatorio de cómo el talento innato y la perseverancia pueden superar incluso los golpes más duros de la vida. Aunque su destino en la NBA fue truncado por un accidente, su legado como jugador universitario, su comparación con Stockton -a quién por cierto se dio el lujo de vencer con aquel Select Team que endureció al Dream Team del 92-  y su papel como formador de talentos en la NCAA consolidan su impacto en el deporte.