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Catorce puntos. Esa cifra era la que separaba a George Gervin de David Thompson en la tabla de goleadores de la temporada regular de 1977/78. Con un solo partido por jugarse, todo se iba a definir en la última instancia. Estaba claro: iba a ser la lucha más reñida en la historia del título de anotación. Lo que nadie sabía era que, en el medio, ambos romperían el mismo récord y darían una de las mayores exhibiciones ofensivas que se hayan visto en la NBA.

Denver Nuggets ya se había clasificado a los Playoffs. Aquel juego de cierre ante los Detroit Pistons no era nada más que una mera formalidad, así que el entrenador Larry Brown le ofreció a su estrella la posibilidad de convertirlo en un show unipersonal: “¿Quieres ir por ello, David?”, le dijo. Thompson, que no estaba acostumbrado a pensar más en él que en el equipo, le contestó que debían jugar de la misma manera que venían haciéndolo. Sabía que, si lograba acumular una gran cantidad de puntos, tenía grandes chances de consagrarse como el máximo anotador de la campaña. Sin embargo, prefirió dejar eso en las manos del destino y no forzar las cosas.

Pero, por muy solidario que fuera, Thompson también era un asesino del aro. Y aquella jornada lo demostró: anotó 32 puntos en el primer cuarto y rompió el récord de unidades en un parcial (31) que había establecido Wilt Chamberlain en 1962. “Me sentía Superman bajo el efecto de esteroides”, declaró luego el perimetral. Los Nuggets perdieron por 139-137, pero él finalizó con un total de 73 tantos. Fue la tercera mayor marca anotadora en la historia de la NBA hasta que los 81 de Kobe Bryant en 2006 se colaron en el podio.

“Volví a mi casa en el auto, sabiendo que era muy difícil que Gervin lograra superarme. Sin embargo, The Iceman era alguien demasiado competitivo como para fiarse.” Y el hombre tenía razón. Cuando prendió la radio de su coche, se encontró con la noticia: su rival en la lucha por aquel reconocimiento individual llevaba 33 puntos en el primer cuarto. Increíblemente, ya había roto la marca que él había establecido unos minutos antes. El jugador de San Antonio Spurs, que esa noche enfrentaba a los New Orleans Pelicans, necesitaba 58 para quedarse con el título. En los que quedaba del encuentro, se las ingenió para llegar a 63: “Por si acaso. Quizás se equivocaron con la cuenta”, le aclaró a Doug Moe, su entrenador.

Gervin acabó la temporada con un promedio de 27,22 puntos por juego. Thompson, por su parte, lo hizo con 27,15. Una lucha entre dos anotadores natos que quedará en los registros como la más pareja de todas.

Leandro Carranza | [email protected]
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