Jugoplastika de Split, uno de los dos únicos tricampeones de Europa
16:13 30/05/2020 | Kukoc, Radja y compañía impusieron un reinado en el Viejo Continente. Ganaron en tres ocasiones seguidas la Copa de Europa.
25 de junio de 1991. No es una fecha más. Es el día en el que Eslovenia y Croacia declararon su independencia de las restantes repúblicas de Yugoslavia. En consecuencia, la minoría serbia del segundo país mencionado no aceptó esta postura y, en medio de todo eso, proclamó la República Serbia de Krajina como región autónoma.
Por otro lado, Belgrado tampoco estuvo de acuerdo y envió al Ejército Popular de Yugoslavia a combatir a las imberbes fuerzas armadas croatas, que habían sido creadas hace apenas dos meses y que contaban con tan sólo 20.000 hombres. Finalmente, los yugoslavos recuperaron Vukovar (principal puerto fluvial de Croacia), pero dejaron una ciudad en ruinas.
A pesar de una intervención de la ONU en enero de 1992, que puso fin a los conflictos militares, los ataque no se detuvieron hasta 1995. En agosto de ese año, las fuerzas armadas croatas desarrollaron la Operación Tormenta que provocó la expulsión de alrededor de 250.000 serbios que vivían en Croacia. En números, aproximadamente 25.000 personas murieron en la guerra que se extendió también a territorios como Bosnia y Macedonia, entre otros.
25 de junio de 1991. No es una fecha más. Dos meses antes de ese día, el 18 de abril de 1991, un equipo de Yugoslavia pegaba un grito al cielo en París, Francia, y se coronaba por tercera vez consecutiva campeón de Europa. Llevaba el nombre de Jugoplastika y venía de Split.
La primera sonrisa
De buscar un adjetivo para este conjunto el denominador común sería juventud. Juventud porque sus dos líderes dentro del campo, Toni Kukoc y Dino Radja, tenían apenas 20 años. Pero esa edad sólo la tenían en el documento. Adentro de la cancha eran dos veteranos. El zurdo ya le había ganado a Estados Unidos en formativas y ambos venían de ganar una liga doméstica y de disputar dos certámenes con la selección mayor de Yugoslavia.
Corría la campaña 1988/89 y la Jugoplastika estaba creando algo muy grande. Lo suyo era gigantesco, pero silencioso, como una explosión nuclear que se gesta de la nada. Fuera de su país pocos conocían a los intérpretes del plantel y esa sería una de sus mayores virtudes a lo largo de los años.
Su arranque en la Copa de Europa (ahora Euroliga) de esa temporada fue tranquilo y se clasificaron al Final Four de Munich, Alemania, tras terminar en el tercer puesto, con un récord de ocho victorias y seis derrotas. Tuvieron que enfrentarse al Barcelona en las semifinales y tenían todas las de perder.
Sin embargo, esa tarde ocurrió todo lo contrario. Kukoc condujo la orquesta y lo secundó Radja. Pero no estuvieron solos y los acompañaron Velimir Perasovic, Zoran Sretenovic y Dusko Ivanovic, entre otros. El resultado final fue 87-77 y aquel día los balcánicos dieron su primer golpe frente a uno de los conjuntos más grandes de Europa.
Con toda la confianza encima, los de Bozidar Maljkovic tuvieron que disputar la final ante Maccabi Elite (actualmente conocido como Maccabi Fox Tel Aviv) y todo fue muy complicado. En el primer tiempo ninguno de los dos se sacó diferencias (35-35), pero, a partir del tercer cuarto, Jugoplastika sacó pecho y, gracias a un doble doble de Radja (20 puntos y diez rebotes), terminó llevándose el juego y coronándose por primera vez campeón de Europa en un imponente Olympiahalle invadido por 12.000 espectadores.
Las segundas partes también pueden ser buenas
En la temporada 1989/90 las cosas fueron aún mejor. Toni y Dino venían de ser campeones del EuroBasket con Yugoslavia y estaban en su cúspide. El equipo mantuvo su base y se sumó Zoran Savic, uno de los pivotes más dominantes de la zona. ¿En el cuerpo técnico? Siempre Maljkovic.
Nuevamente, la clasificación al Final Four no fue la ideal y, a pesar de haber ganado 11 partidos y perdido sólo tres, terminaron en la segunda posición. Por si eso fuera poco, el único que tuvo mejor balance fue el Barcelona, que cerró el primer tramo como puntero con 12 triunfos y dos derrotas.
Los de Split se enfrentaron al Limoges francés y los españoles al Aris griego, que en sus filas tenía al gran Nikos Gallis. Ambos demostraron que eran los mejores y derrotaron con contundencia a sus pares de Francia y Grecia por 101-83 y 104-83.
La final tenía revancha y los españoles deseaban el trofeo. Querían educar a los indómitos yugoslavos a los que no les importaba absolutamente nada. El partido era en el Pabellón Príncipe Felipe de Zaragoza y los catalanes, por cercanía de lugares, iban a ser locales.
Tras dos días de descanso, ambos conjuntos se enfrentaron y otra vez los de Split dominaron por calidad, determinación y, sobre todo, paciencia. La presión no los afectaba y parecían estar jugando un picado en Croacia más que una final en España.
En aquel entonces Kukoc ya se encontraba en un nivel superlativo y así lo demostró en la cancha, anotando 20 puntos y siete rebotes que le permitieron a Jugoplastika quedarse con el juego y el trofeo en un abrir y cerrar de ojos (72-67). Yugoslavia, Croacia y los atrevidos jóvenes estaban, otra vez, en la cima de Europa y ya nada era sorpresa. Más bien una realidad.
La tercera es la vencida
Antes de que empiece la tercera temporada algunas piezas del rompecabezas se desarmaron. Se fueron Maljkovic, Radja, Ivanovic y Sobin, pero se quedó la pantera rosa, Toni Kukoc, y llegó Zeljko Pavlicevic para reemplazar a Bozidar. Sin Dusko como veterano y controlador de los tiempos, la cosa parecía estar finiquitada para los amarillos. Tampoco ayudó en los pronósticos previos la partida de Dino y de Goran.
Pero esperen, la cosa no termina ahí. Estos vaivenes no fueron los únicos y también se modificó el nombre del equipo. A partir de la campaña 1990/91, el conjunto cambió de sponsor y pasó de llamarse Jugoplastika a Pop-84.
El único patrón que siguieron los balcánicos fue que otra vez no lograron clasificar primeros al Final Four, ya que finalizaron segundos, con un récord de nueve triunfos y cinco derrotas. Y sí, seguro adivinan quién fue el puntero. El equipo era de España y ni siquiera hace falta decir su nombre.
Por un lado, Barcelona se enfrentó Maccabi Elite y, por el otro, Pop-84 contra Scavolini Pesaro. Los españoles arrasaron a los israelíes por 101-67, mientras que los yugoslavos la tuvieron difícil ante los italianos, pero terminaron logrando la victoria por 93-87.
Era la tercera vez que Jugoplastika (en ese entonces ya Pop-84) llegaba a la final de la Copa de Europa. También era la tercera vez que Barcelona intentaría destronarlos. Los españoles de nuevo eran los favoritos y los yugoslavos de nuevo se mofarían de eso.
¿Por qué eran los favoritos? Porque habían terminado primeros en la fase regulares, porque arrollaron en las semifinales y porque tenían como entrenador a Bozidar Maljkovic. No leen mal, el técnico que en el pasado dirigió a Jugoplastika estaba en el banco de enfrente, controlando los hilos de su némesis en los últimos tiempos.
Piculín Ortíz, Antonio Montero, Epi, Lisard Gonzáles y compañía conformaban un frente intimidante y estaban listos para robarse la corona. No obstante, los de Yugoslavia otra vez derrumbaron los vaticinios y, gracias a la conducción de Kukoc y al talento anotador de Savic (27 puntos), se coronaron por tercera vez consecutiva campeones de Europa (70-65) ante los 13.500 fanáticos que acudieron ese día al legendario Palais Omnisports parisino.
Son leyenda
25 de junio de 1991. No es una fecha más. Fue el día en el que un grupo de jóvenes irrespetuosos sometieron a Europa de un golpe de knock-out en el primer round. Sobre la marcha se cambiaron nombres, entrenadores y jugadores, pero jamás se perdió la esencia. Hoy ya nadie se olvida de ellos y todos los recuerdan. Jugoplastika, Pop-84 o KK Split. No importa nada de eso. Miren sus trofeos, ahí está lo real. Ahí encontrarán la verdad.
Ignacio Miranda/ [email protected]
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