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Néstor García, el Loco Montenegro y un apodo original para un extranjero

22:39 24/11/2022 | Corría la pretemporada de la Liga 1991/92 y Estudiantes de Bahía, después de haber llegado a la final, fichó a un yanqui que duró poco. Pero se llevó un gran apodo.

Fotón: el Estudiantes de ese 91/92; Cabrera, el Che, Richotti, Espil y Montenegro (Foto La Nueva)

La Liga Nacional tiene millones de anécotas riquísimas generadas a lo largo de su historia, sobre todo de las primeras épocas de la competencia, donde había muchísimo contenido emocional, se hacía casi todo a pulmón y se terminaban dando situaciones increíbles, pese a ser el torneo de alto nivel deportivo. Ubiquémonos en el tiempo. Hasta 1996, salvo excepciones (Nicola, Sconochini, principalmente), ningún jugador argentino se iba a Europa. 

Esta historia se desarrolla en 1991. Bahía Blanca. La Capital del Básquet. Estudiantes venía de salir subcampeón de la Liga, perdiendo 4-2 la final contra GEPU, en una de las mejores definiciones de la historia de la Liga. Alto goleo, mucho talento junto entre ambos equipos, buenos extranjeros, canchas que explotaban...

Pero Bahía era especial. Más aún Estudiantes. La figura del equipo era Hernán Montenegro (NdR: poner en perspectiva: el Loco tenía en 1991 25 años), su entrenador era un jovencísimo Néstor García (26), y luego estaba la gran promesa bahiense, Juan Espil (23) y, en ese receso, pocos más. El Loco, fiel a su historia, quiso armar él el equipo para 1991/92 y asumió las responsabilidades. Iba de un lado a otro con un atache y una de sus primeras decisiones fue fichar a Marcelo Richotti, el otro gran crédito local. También retornó Jorge Faggiano, uno de los jugadores mas emblemáticos de la historia del club. 

El tema eran los extranjeros. Los dos de la 90/91 se habían ido: Dwayne Bryant a Peñarol con Javier Maretto y Darrell Pinckney a Quilmes. Estudiantes, donde Beto Cabrera tenía mucha voz y voto, pese a no ser formalmente dirigente, decidió entonces probar a un norteamericano de 2.12 metros proveniente de Puerto Rico, llamado Fitzroy Brou. 

El Che y el Loco, que juntos eran dinamita, y tenían una gran capacidad creativa, rápidamente le encontraron un apodo para facilitar su nombre. En Bahía, había (hay) dos calles que se cruzan, que son justamente Fitz Roy y Brown, en donde funcionaba un supermercado (hoy una sucursal de Naldo Lombardi), por lo que Brou enseguida tuvo apodo: Maxi Burgos, que era el nombre del súper. 

La cuestión es que Maxi Burgos (Brou), no tenía muchas habilidades basquetbolísticas y después de probarlo en unos pocos partidos amistosos, partió despedido. Ese año, Estudiantes acumuló anécdotas e historias una tras otra. Las iremos contando en los próximos meses. Esta fue la primera: Maxi Burgos, el nortamericano que nunca debutó. 

Fuente: 
Juan Carlos Meschini

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