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Uno podría imaginarse que al decir Michael Jordan es sinónimo de perfección, que cualquier persona del mundo podría querer quedarse con algún recuerdo de Su Majestad, nada más y nada menos que el mejor jugador de la historia.

Pero parece que hay algo que nadie quiere tener: la lujosa mansión de Michael en las afueras de Chicago. Jordan adquirió una parcela de tres hectáreas en 1991 a orillas del lago Michigan. Cuatro años después terminó de construirla y en 2009 le realizó una refacción.

Su Majestad puso en venta la propiedad en 2012 y estaba valuada en 28 millones de dólares, aunque tenía un precio original de 42 millones de dólares, pero no consiguió ningún interesado hasta el momento y su precio bajó considerablemente: ahora quien ofrezca 14.8 millones de dólares se hará dueño de esta lujosa mansión. Anteriormente, 2013, se ofertó en 21 millones y a fines de ese mismo año se bajó a 16.

La mansión (¿embrujada?), cuenta con 11 habitaciones, 15 baños, dos salones circulares más otro exclusivo de belleza, un gimnasio top, dos teatros, una sala de cine, una sala específica para fumar con mesas de juego, una biblioteca con pantalla desplegable, una sala con una TV de 110 pulgadas, un lago para pescar y un garaje para 15 autos. Además, un gimnasio de básquet de tamaño reglamentario, una piscina infinita circular y una sala de puros. 

Afuera, en el terreno, además hay una cancha de tenis, un putting green de golf, una casa secundaria para huéspedes con tres dormitorios, una cocina gourmet y una bodega para más de 1000 botellas. Como detalle top, Michael Jordan hizo traer de la mansión de Playboy el portón de entrada y lleva el mítico número 23.

 

 

 

 

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