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En su cumpleaños número 28, Shaquille O’Neal convirtió la furia en una actuación histórica. El 6 de marzo del 2000, los Clippers cometieron el error de hacerle pagar las entradas para su familia y amigos en un partido que, si bien se jugaba en el Staples Center, era considerado de visitante para los Lakers. La respuesta de Shaq fue devastadora: 61 puntos, 24 de 35 en tiros de campo y 23 rebotes en 45 minutos, liderando a su equipo a una victoria aplastante por 123-103. “No me hagan pagar por boletos nunca más”, sentenció el pivote tras la exhibición.

El principal damnificado de la noche fue Michael Olowokandi, pick número uno del Draft de 1998, que apenas pudo sumar 2 puntos y 5 faltas personales ante la brutalidad de O’Neal. La paliza dejó en claro que enojar a Shaq antes de un partido era una pésima idea. Dominante en la pintura y con su característico poder físico, su actuación fue un mensaje para toda la NBA: cuando jugaba motivado, era simplemente imparable.

Ese 2000 fue el año en que Shaq alcanzó el pináculo de su carrera. No solo consiguió su mejor marca anotadora, sino que meses después guió a los Lakers a su primer título en 12 años. Con un promedio de 38 puntos y 16.7 rebotes en las Finales ante Indiana, arrasó con el premio de MVP y comenzó la dinastía que dominaría la NBA hasta 2002. Junto a Kobe Bryant, estableció una de las duplas más letales de la historia y devolvió a la franquicia angelina a la cima.