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En unos playoffs donde los nombres de Tyrese Haliburton y Pascal Siakam acaparan buena parte de los focos, hay otro jugador que viene ganándose su lugar en la historia de los Pacers con actuaciones que combinan impacto, eficiencia y contundencia estadística. Obi Toppin, ex figura universitaria en Dayton y relegado durante años al rol de promesa sin consolidación en los Knicks, ha explotado en estas Finales como un arma desde el banco que no solo mantiene al equipo en ritmo, sino que ha resultado decisiva en momentos de alta presión. En el juego 6, anotó más triples (4) que todos los titulares de Oklahoma City juntos (1) y cerró con 20 puntos, 6 rebotes y 2 robos en una noche de demolición ofensiva de Indiana.

Toppin forma ahora parte de un club exclusivo junto a Robert Horry, el mítico “Big Shot Bob” de siete anillos: ambos son los únicos jugadores en la historia de las Finales en alcanzar al menos 70 puntos, 30 rebotes y 12 triples viniendo desde el banco. El dato no es menor si se tiene en cuenta que Horry es referencia absoluta del rendimiento clutch en postemporada, y que Toppin llega a estas cifras en su primera participación profunda en playoffs. Lo suyo no es simplemente energía o empuje atlético —que lo tiene de sobra—, sino inteligencia para aprovechar los minutos que le da Rick Carlisle y una creciente capacidad para ser determinante en ambas mitades de la cancha.

Con esa actuación del Juego 6, el ala-pivote también se convirtió en el primer suplente desde Manu Ginóbili en lograr al menos 20 puntos, 5 rebotes y 2 robos en un partido de las Finales, un registro que no solo resalta su versatilidad, sino que lo alinea con otro ilustre especialista en cambiar partidos desde el banco. No hay dudas: Toppin ya no es solo un jugador de rol. Le dicen Obi, pero en estas Finales bien podría ganarse un nuevo apodo: “Big Shot”. Porque si los Pacers logran su hazaña, habrá que recordar también al número 1 que apareció cuando más se lo necesitaba.