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Kevin Garnett llegó a la NBA en 1995 tras ser elegido en la quinta posición del draft por Minnesota Timberwolves. El joven de Carolina del Sur llegó proveniente del secundario, había tenido un gran pasar y decidió declararse elegible. Su llegada a la franquicia de Mineápolis fue una revolución total.

Fueron 12 temporadas las que estuvo vistiendo la camiseta del equipo y puso a los Timberwolves en boca de todos. De su mano accedieron por primera vez a la postemporada y lo hicieron en ocho ocasiones mientras Kevin estuvo en Minnesota. Fueron los mejores años de la franquicia en la NBA.

Pero nunca pudo conseguir un anillo de campeón. Llegaron a la final de la Conferencia Oeste en la 2003/04 pero las lesiones le jugaron una mala pasada al equipo y cayeron ante Los Angeles Lakers por 4-2.

Finalizada la temporada 2006/07 y ya con 30 años, Garnett decidió armar las valijas y emigrar de Mineápolis buscando un nuevo reto y su anhelo de campeonar. Su gran sueño era partir hacia Los Ángeles y vestir la camiseta de los Lakers y así jugar con su gran amigo: Kobe Bryant. Pero eso no pudo concretarse.

Los Lakers querían a Garnett y para Kevin, la franquicia angelina era la primera opción. Luego seguía Boston Celtics. Pero la llegada de “The Big Ticket” a Los Ángeles nunca pudo concretarse por un llamado telefónico no atendido.

Kevin, tiempo después, contó: “Quería jugar con Kobe, pero él no contestaba su teléfono. Tyronn Lue y Kobe eran muy cercanos, y Lue me dijo que lo llamara de nuevo. Así lo hice, pero nunca recibí respuesta de su parte y tenía que tomar una decisión”.

Así fue que Garnett decidió fichar por los Celtics y fueron rivales, incluso se disputaron dos veces el anillo de campeón, con un triunfo para cada uno. ¿Qué hubiera pasado si Kobe respondía ese llamado?