Basquetplus.com

Hasta 1996, Panathinaikos no tenía siquiera una Euroliga en sus vitrinas. Sin embargo, hubo un hombre que llegó desde la NBA para cambiarlo todo en solo un año. Ese fue ni más ni menos que un Dominique Wilkins que tuvo su enorme brillo en Atlanta y al que una lesión de tendón de Aquiles le fue restando capacidad física, por lo que decidió dar un salto a un Panathinaikos que se armó con todo.

Y todo fue un año después de lo previsto, ya que se bajó literalmente del avión en 1994 para fichar en Boston. Pero poco más de un año y medio después todo se dio y llegó al gigante griego. Cuando decidió unirse al Panathinaikos como adquisición a mitad de temporada en 1996, el entusiasmo y la expectación estaban fuera de control, como lo demuestra claramente el hecho de que 13 mil fanáticos lo recibieron en su primer entrenamiento con el equipo.

Y allí no solo ganó una Copa de Grecia, sino que los llevó al título más importante, el de la Copa de Europa. Con Arturas Karnisovas, Panagiotis Giannakis, Stojko Vrankovic como otras figuras destacadas, Wilkins fue la frutilla del postre del equipo que dirigió Malkovic y que brilló en Europa.

Nique desempeñó un papel crucial, promediando 20.1 puntos, 7.4 rebotes y 1.8 asistencias en 33.2 minutos por juego a lo largo de 17 partidos, a pesar de lidiar con una lesión persistente y un mal comienzo en su aventura europea.

En la fase de grupos fueron terceros con 9 triunfos en 14 partidos. Ya en cuartos de final, derrotaron en tres juegos a Benetton Treviso y se instalaron en la Final Four.  Dicho esto, Wilkins anotó 35 puntos y capturó 8 rebotes contra el CSKA en la semifinal, y 16 puntos y 10 rebotes contra el Barcelona en el partido por el campeonato de la Final Four. Merecidamente, fue nombrado MVP de la Final Four por sus esfuerzos y también fue votado como el MVP de las Finales después de ayudar al Panathinaikos a ganar la Copa griega.