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Ya con los planteles cerrrados, la temporada 2017/18 de la NBA arranca con una pregunta que domina la escena y opaca cualquier otro tipo de análisis: ¿puede alguien parar a la maquinaria de los Golden State Warriors? Los dirigidos por Steve Kerr han llegado a tres finales de forma consecutiva (ganaron dos de ellas y estuvieron 3-1 arriba en la otra) y vienen de una campaña excepcional, en la que barrieron los playoffs, demostrando su superioridad con respecto al resto de la competencia.

Los Warriors no solo poseen uno de los mejores rosters de la historia de la competencia, con cracks del calibre de Curry, Durant, Thompson, Green e Iguodala, sino que han conseguido una filosofía y ejecución muy difícil de lograr con semejantes estrellas: juegan en equipo, se pasan la bola como pocos, defienden, no hay demasiados pecados por egoísmo y todo a una velocidad ultrasónica. Como si todo esto fuera poco, lograron retener prácticamente la totalidad de su plantel campeón, con algunos agregados en funciones de rol (Nick Young, Omri Casspi). Son el gran candidato, por un buen margen de distancia.

¿Quiénes tienen argumentos reales para competir contra Golden State? Se pueden contar con los dedos de una mano y aún esos equipos tienen muchos interrogantes que responder con el correr de la temporada. Para empezar, tenemos que hablar del otro finalista de los últimos tres años, los Cleveland Cavaliers. El equipo de LeBron James estuvo en el centro de las noticias durante el verano estadounidense, con el traspaso (a pedido) de Kyrie Irving a los Boston Celtics. A cambio, recibieron básicamente a un Isaiah Thomas lesionado y aún sin fecha de retorno, además de Jae Crowder, quien junto al fichado Jeff Green, pueden resultar muy funcionales en una potencial revancha contra los Warriors (tanto Crowder como Green pueden marcar a Durant y evitar ese emparejamiento que tanto desgasta a James). Además, los de Lue sumaron a un par de exMVP ya en la curva descendiente de sus carreras, como es el caso de Dwyane Wade y Derrick Rose. ¿Puede LeBron alcanzar su octava final de manera consecutiva? Por supuesto, y de hecho, son el máximo candidato en el Este. Sin embargo, a diferencia de otras ocasiones, el panorama no está tan claro. Por las pérdidas propias y también por los refuerzos ajenos.

Dentro del débil Este, el otro conjunto que aparece con chances de ilusionarse con una final es Boston. No solamente consiguieron a Irving, un base más completo y probado en los grandes momentos que el explosivo Thomas, sino que además incorporaron al subvalorado Gordon Hayward. Con ellos, el progreso del joven Jaylen Brown y el drafteado Jayson Tatum, los Celtics tienen material suficiente para sacarle el trono regional a Cleveland. Les falta peso en la zona pintada, es verdad, pero se trata de un defecto cada vez más frecuente y con menos relevancia alrededor de la liga.

Volviendo al Oeste, los posibles rivales de Golden State suben en número. San Antonio seguirá dando pelea, con la continuidad de sus figuras y sistema. En principio, no tuvieron el mejor de los mercados (Rudy Gay, quien viene de una lesión muy grave, fue lo más relevante), pero con Pop a la cabeza y un Kawhi Leoanard asentado entre los cinco mejores jugadores de la competencia, nadie duda de su potencial para prenderse en lo más alto. ¿La clave para sobrepasar expectativas? El rendimiento del recientemente renovado LaMarcus Aldridge, quien aún no se ha adaptado al equipo ni logra complementarse con Leonard, aunque se habla de un mayor foco para su ofensiva en esta 2017/18. Sin un Aldridge en nivel Portland, vencer al todopoderoso Golden State parece una utopía.

Siguiendo en el estado de Texas, los Rockets fueron otros de los que hicieron ruido en la pretemporada, fichando a Chris Paul. Junto a James Harden formarán la media-cancha más talentosa de la NBA, pero deberán demostrar que pueden complementarse, a pesar de ser dos jugadores acostumbrados a acaparar el balón. Houston viene de una excelente 2016/17, en la que pudieron pelearle cabeza a cabeza a Golden State la condición del ataque más productivo del certamen (no fue el caso en defensa), con una identidad muy clara: Harden creando desde el puesto del base y rodeado por un profundo grupo de tiradores. Todo con la velocidad y la impronta de las ofensivas D'Antoni. ¿Podrán mantener esa funcionalidad con un base mucho más metódico como CP3?

Completando el quinteto de franquicias armadas para el objetivo más grande aparece el Oklahoma City Thunder. Tras perder durante estos años a compañeros como Harden, Ibaka o Durant, el equipo parecía haberse transformado en un show de un solo hombre (Russell Westbrook). Y de hecho, eso fue en la 2016/17, con Westbrook promediando un triple-doble pero quedando lejos de la pelea real. Sin embargo, Sam Presti todavía tenía un as bajo la manga... o dos: sumaron vía traspasos a Carmelo Anthony y Paul George, para formar un Big 3 con una sobredosis de puntos. ¿Pueden complementarse? A simple vista parece complicado, pero todo dependerá de los sacrificios que hagan sus figuras. Westbrook ya demostró que es capaz de convivir con un alero dominante como George (Durant), mientras que Anthony se correrá al puesto de cuatro y todo indica que pasará a un rol de tirador abierto mucho más adecuado para su presente y con el que siempre ha brillado a nivel FIBA. Cuidado, porque muchos los miran de reojo por la idea de que sus estrellas no pueden convivir, pero si encuentran química y funciones correctas, se volverán extremadamente peligrosos.

Fuera de los mencionados, aparece un grupo de franquicias que buscarán meterse en la pelea, aunque en principio, arrancan un escalón por detrás. Toronto siempre está presente en el Este, pero no tuvo grandes movimientos y su columna vertebral no ha demostrado estar a la altura cuando la temporada llega a su momento cúlmine; Washington, con su gran perímetro (Wall-Beal-Porter), tratará de transformarse en el tercero en discordia en su conferencia, aún cuando su juego interior y banca de suplentes sigue dejando bastante que desear; Milwaukee, con Antetokounmpo a la cabeza, pretende anotarse como uno de los conjuntos de mayor crecimiento, mientras que Miami intentará mantener la magia con la que finalizaron la 2016/17. Y a menos que Dwight Howard recupere mágicamente sus superpoderes para potenciar a los Hornets, el resto del Este parece estar lejos.

Por el lado del Oeste, la segunda oleada de franquicias incluye a un Minnesota potenciado con Jimmy Butler y Jeff Teague (se suman a Wiggins y Towns); un Utah que intentará hacer olvidar la salida de Gordon Hayward con su básquet colectivo y altruista (hoy son los más FIBA de la NBA); un Portland con una enorme cantidad de puntos en su media-cancha (Lillard-McCollum) y la bestia bosnia Jusuf Nurkic en la zona pintada, y unos Clippers que sin Chris Paul, apostarán a la potencia de su juego interno (Griffin-Jordan), más varias incorporaciones interesantes en el perímetro (Teodosic, Gallinari, Beverley). Por otro lado, Memphis seguirá dando batalla con la dupla Conley-Gasol, aunque con una plantilla inferior a la de otros años, mientras que los Pelicans son una de las mayores incógnitas del torneo: tienen una dupla dominante como Davis-Cousins en el juego interior, pero carecen de tiradores y spacing. En los 90s, New Orleans sería candidato al título. Hoy, la historia es completamente diferente.

¿Cómo promete ser el año para los argentinos? Más allá de tener una reducción lógica en sus minutos, a sus 40 años, Manu Ginóbili seguirá siendo protagonista en un San Antonio listo para los objetivos más grandes, mientras que Nicolás Brussino tratará de ganarse sus minutos en un Atlanta en plena reconstrucción y en el que no tiene demasiadas figuras excluyentes por delante suyo. El santafesino tendrá más oportunidades para entrar en la rotación que las que tuvo en Dallas y estará en él saber aprovecharlas.

¿Otras historias para estar atento? Será interesante ver a unos Knicks con un aroma particularmente internacional (pueden titularizar jugadores como Ntilikina, Kuzminskas, Porzingis, Kanter o Hernangómez), a unos Sixers que presentarán el debut de los últimos dos números uno del Draft, como Ben Simmons (2016) y Markelle Fultz (2017), mas un Joel Embiid dominante cuando está sano; un Denver que muchos consideran como uno de los equipos del futuro y que ya podría empezar a hacer ruido, con Paul Millsap y Nikola Jokic generando mismatches en el juego interior, y por supuesto, cómo olvidar a los Lakers de Lonzo Ball, Kyle Kuzma (¿el robo del Draft 2017?), Brandon Ingram y compañía. Puede que aún estén lejos de los playoffs, pero darán sus momentos de showtime en estado puro y pocos equipos tendrán tantos ojos depositados en ellos como los angelinos.