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Ben Wallace vivió una carrera muy distinta a la de muchos jugadores de la NBA. Al finalizar el Draft de 1996, nadie lo eligió, pero gracias a una prueba con los Washington Bullets encontró lugar en la liga en la temporada 1996/97. Así comenzó una trayectoria de 16 años en la que alcanzó el triunfo más importante: el campeonato de 2004 con Detroit Pistons.

Más que destacar en las estadísticas, Wallace sobresalió en el sacrificio, la defensa y el rebote. A lo largo de 1088 partidos —récord para un jugador no drafteado— promedió 5.7 puntos, 9.6 rebotes, 1.3 robos y 2 tapones. Además de sus peinados llamativos en cada encuentro, era reconocido tanto por dejar todo en la cancha como por frenar a jugadores más altos que él, a base de fuerza, inteligencia defensiva y garra.

Su punto más alto llegó en las Finales de 2004 cuando, en el quinto partido, anotó 18 puntos y capturó 22 rebotes en la victoria de los Pistons ante los Lakers de Shaquille O’Neal. Ese triunfo ayudó a llevar a Detroit al campeonato, pero también ayudó a consolidar a Wallace como una de las figuras más emblemáticas en la defensa de toda la liga. Además, fue el primer jugador no drafteado en ser elegido como titular en el All-Star, apareciendo en cuatro ediciones de dicho evento.