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Si hay algo que siempre ha buscado la NBA es la paridad y el tener a la mayor cantidad de equipos con chances de ser competitivos. Exactamente para eso hay reglas como el Draft o el límite salarial, tratando de evitar el escenario de algunas ligas FIBA, generalmente dominadas por dos o tres clubes. Sin embargo, la realidad es que en el último tiempo la brecha entre los conjuntos de la Conferencia Oeste y los del Este es enorme, y tras el mercado 2017, no ha hecho más que ensancharse a un extremo preocupante.

Desde el 2007 en adelante la liga ha tenido siete campeones provenientes del Oeste (dos veces Lakers, dos Spurs, dos Warriors y una Mavs), contra solo cuatro del Este. La distancia es aún mayor si tenemos en cuenta que de esos cuatro campeones del Este, tres incluyeron a LeBron James en el plantel: dos con el Heat y una con los Cavs. Es decir, en los últimos 11 años, la NBA tuvo un solo un monarca fuera del Oeste y sin James: los Boston Celtics de la 2007-08. De hecho, LeBron lleva siete apariciones en finales consecutivas, por lo que la competencia se ha vuelto sumamente exigente en una de sus regiones y completamente previsible en la otra. Si a esto le agregamos el reciente dominio de los Warriors, quienes han conformado quizá el mejor plantel de la historia, aquella paridad e incertidumbre buscada como paradigma de la NBA, parece haber quedado muy lejana.

Todo esto es cierto ahora y también lo era hace algunos meses atrás. El problema es que en el período de agencia libre, varias decisiones terminaron de potenciar una problemática que seguramente alcanzará su punto máximo en la actual 2017/18: el masivo éxodo de estrellas del Este al Oeste. ¿Lo más alarmante? La mayoría de los equipos que perdieron figuras relevantes no consiguieron demasiado a cambio. Al menos no para el corto plazo.

Repasemos. El dato más significativo es que cuatro All-Stars del 2017 se mudaron a la otra costa de Estados Unidos: Carmelo Anthony y Paul George dejaron New York e Indiana respectivamente, para reforzar a Oklahoma City; Jimmy Butler se fue de Chicago a Minnesota, mientras que Paul Millsap dejó Atlanta y fichó en Denver. Además otros referentes con pasado en el Juego de Estrellas también tomaron el mismo rumbo: Rajon Rondo de Chicago a New Orleans, Jeff Teague de Indiana a Minnesota y Brook Lopez de Brooklyn a los Lakers. Demasiado.

En este sentido, quizá el único aliciente para generar interés en el Este haya sido el traspaso de Kyrie Irving a los Celtics. Con el base nacido en Australia (más el fichaje de Gordon Hayward), Boston tiene material para darle pelea a los Cavaliers y cortar con la hegemonía de LeBron. Fuera de eso, la conferencia parece a años luz de lo que ofrece el Oeste con equipos como Golden State, San Antonio, Houston y Oklahoma City, entre varios otros.

¿Cuáles son los motivos para explicar esta disparidad? Uno de ellos tiene que ver con la nueva tendencia a crear superequipos. La ecuación es sencilla: como en el Oeste ya de por si había mejores planteles y figuras, muchos agentes libres (o aquellos que pidieron un traspaso) decidieron sumarse a esos candidatos en la búsqueda de un anillo. El Este, sacando un par de franquicias (Cleveland y Boston), hoy no tiene atractivo alguno, ni siquiera en relación al hecho de jugar en mercados gigantes como New York, Chicago o Philadelphia.

Para encontrar una salida a este problema habrá que tener paciencia. Mientras el Este siga con los peores récords del torneo, también tendrán las primeras selecciones de los Drafts y con el correr de los años, irán encontrando nuevas estrellas que ocupen el lugar de la renovación cuando las actuales vayan cediendo el paso. Mientras tanto, casi todas las miradas seguirán sobre una misma costa.