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Michael Jordan llegó a la NBA durante el reinado de dos de las figuras más importantes en la historia de la competencia: Magic Johnson y Larry Bird. Pero, aunque estos monopolizaron gran parte de los premios de la época, ni ellos ni nadie había sido capaz de ser la estrella más determinante de todas en Finales consecutivas. Así fue que, un día como hoy pero de 1992, el escolta se convirtió en el primer jugador en ganar dos MVP Finals al hilo.

Un año antes, MJ había entrado al cielo de los grandes con la obtención de su primer anillo. Sin embargo, la forma más clara de solidificar su ascenso hacia la gloria era repetir y hacerlo con él como líder absoluto. Fue exactamente lo que sucedió: los Chicago Bulls vencieron en la serie por el título a los Portland Trail Blazers y él promedió 35,8 puntos, 4,8 rebotes y 6,5 asistencias por encuentro.

Ese fue su boleto dorado hacia la consagración definitiva. Un logro que no habían conseguido ninguno de los talentos previos y que comenzaba a separarlo del resto. Eventualmente, Jordan acumuló seis MVP Finals y estiró aún más su condición de imbatible en el escenario más grande. Quizás su mejor carta a la hora del debate sobre quién es el más grande de todos los tiempos.