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Existen múltiples razones desde lo estadístico para sostener que Manu Ginóbili ha sido uno de los más grandes jugadores en la historia de la NBA, que van desde su eficiencia a nivel individual hasta su influencia en el equipo cuando estaba dentro de la cancha. Sin embargo, su aporte más valioso no tiene tanto que ver con los números y sí con algo que trasciende el deporte: las relaciones humanas. Porque, a fin de cuentas, fue su presencia la que amplió los horizontes de los San Antonio Spurs. O, al menos, así lo entiende el mismísimo Tim Duncan.

"En lugar de que Pop cambiara a las personas y rompiera las costumbres de las personas y las hiciera cumplir con el método de los Spurs, Manu tomó la dirección opuesta. Él rompió el sistema", sentenció el ala pivote en el retiro del dorsal del bahiense. La referencia apunta a la dureza con la que Gregg Popovich se manejaba ante sus dirigidos y al cambio inevitable que este y su filosofía sufrieron cuando conoció en profundidad al escolta a partir de 2002.

Podría parecer un acto de rebeldía, una simple actitud desafiante... pero no. La aparición del argentino le permitió al entrenador ser más flexible, permisivo y sabio. En otras palabras, lo mejoró: "Pop es uno de los mejores a la hora de descubrir cuándo y cómo llevar las riendas del asunto y en qué ocasiones dejar las cosas fluir. Creo que una gran parte de la razón por la que es así es culpa de Manu", agregó Duncan.

Ese nuevo atributo que el líder desbloqueó luego de la irrupción del perimetral le permitió a los Spurs ganar cuatro campeonatos entre 2003 y 2014 y mantenerse en la cima de la competencia durante más de 15 años. Un giro de timón, un impacto que vale muchísimo más que una planilla llena de números. Quebrar el sistema para evolucionar, al mejor estilo Ginóbili.