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Bronceado caribeño, melena indómita, ojos azules y una esencia distinguida en medio de la fría ciudad de Philadelphia. El jugador al que se hace alusión era Juan Ignacio Sánchez y el motivo de su diferenciada figura fue la pausa en forma de vacaciones que tuvo en Cancún, México, en la previa a su llegada a Temple University.  

El periodista que lo retrató fue Guillermo Gorroño, quien publicó un artículo al respecto en la revista El Gráfico en 1998. Según contó el propio Pepe Sánchez en la nota, el base regresó a su habitación después de jugar un partido y, de repente, uno de sus nuevos compañeros en el equipo ingresó sin pedir permiso.  

“Abrió la puerta y se sentó en su cama, y al rato ingresó otro, y enseguida uno más, así hasta totalizar el equipo completo. Entonces su corazón se paralizó”, dice el relato. Lamont Barnes, uno de los internos de la universidad, lo miró sin pestañear a los ojos y le preguntó: “¿¡Tenés algún problema con los negros!? ¿¡Te molesta que seamos de color!?”.  

Por suerte el base salió ileso, y esos episodios no se repitieron. “Después de la sorpresa les expliqué que yo esperaba que ellos no estuvieran mal conmigo, que soy blanco... Fue un golpe muy duro, pero hoy ese tema no se trata más”, confesó.