Allen Iverson confesó su primer amor
11:13 01/05/2022 | La leyenda de los Sixers tenía facilidad para los deportes, en la NBA fue una súper estrella y le quedó la espina de probar otra disciplina.
Aquellos jugadores que son muy versátiles dentro del campo de juego en un deporte, hay muchas chances de que tengan facilidad para desenvolverse con soltura en otra disciplina y a juzgar por la destreza, habilidad y picardía que tenía Allen Iverson dentro de la cancha de básquet, no es descabellado pensar que le hubiera ido bien en otro deporte profesional. Michael Jordan con su dominio del baloncesto y sus habilidades cautivó al joven Allen allá en su Virginia natal, para enfocarse y querer imitarlo en su carrera, dejando atrás a su primer amor el football americano, el primer amor.
Con el agua bajo el puente y muchos recorridos, Iverson reconoció lo mucho que le costó desapegarse del football americano y que una vez, estando en Georgetown, hizo un intento por hacer los dos deportes, mientras estaba becado por el baloncesto.
"Definitivamente hoy intentaría hacer ambas cosas solo por el amor que tengo por el baloncesto desde que Michael Jordan me dio la visión. Estando en Georgetown teníamos que caminar al gimnasio todos los de clase y siempre pasaba por el campo de football, me emocionaba y las lágrimas salían de mis ojos de lo mucho que extrañaba ese juego. Un día tuve el valor suficiente de preguntarle al entrenador Thompson si podía jugar al football también y su respuesta negativa fue tan dura que en ese momento pensé nunca pensé en hacer las dos cosas, sabía que no iba a pasar”,recordó Iverson en una charla con Dan Patrick.
Su amor por la naranja ovalada aún persiste en su vida y con todo lo vivido con el baloncesto, de lo cual se enorgullece por lo realizado, si hoy le dan la posibilidad de hacer un deporte u otro, The answer cambiaría su rumbo.
"Sí ya tuve la oportunidad de jugar realmente al baloncesto como quería, entonces definitivamente escogería el football. En primer lugar, fue mi primer amor, el primer juego del que me enamoré. Mi versatilidad y poder jugar en tantas posiciones diferentes y tener un mayor impacto en el juego porque pude jugar en ambos lados de la pelota",describió.
Imaginarse a Allen escurriéndose de los grandotes con la ovalada, hubiera sido algo digno de ver. Pero en contraprestación se lo vio con la naranja número siete haciendo cosas que no se veían todos los día, dejando jugadas memorables que lo llevaron a ser uno de los jugadores de barrio más reconocidos del mundo, sin ataduras, solo jugando de la manera que sentía el básquet, libre.
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