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El tiempo produce eso. Ver a la distancia la enormidad de un logro. Apenas empezó este nuevo siglo, en la Argentina se fue naturalizando con los años algo que no era natural. Ser potencia mundial basquetbolística. El 2001 fue el del despegue, el 2002 el de la confirmación, el 2004 el de la gloria y los siguientes 12 los de la afirmación. Pero igual no era natural. Ser campeón olímpico jamás podría ser natural para Argentina. 

En medio de ese tren maravilloso al que nos hizo subir una generación única, también pasaron cosas con estos muchachos en todo el planeta. Y varios fueron campeones de Europa, otros de la NBA, y entonces también se hizo natural tener varios criollos en Estados Unidos jugando con los mejores. Tampoco era natural. 

Y en ese contexto, elegimos la campaña 2007/08 porque creemos que fue la que mejor reflejó ese momento de Argentina, único. Tras varios amagues previos, ese año llegó finalmente Luis Scola a la NBA (parecía veterano, y tenía 27, cómo cambió todo), fichando por Houston Rockets. Con él, la cifra de argentinos llegó a 6, la máxima en toda la historia desde aquellos primeros debuts de Pepe Sánchez y Rubén Wolkowyksi en el 2000 hasta estos días. 

Pero no fue solamente lo de tener 6 argentinos al mismo momento (hubo años de 5 o 4 que también fueron de alto impacto), sino la combinación de cantidad y calidad. ¿Cuántos países podrían jactarse de haber sumado en la misma temporada 6 jugadores, con 5 de ellos promediando más de 20 minutos, 4 completando los 82 partidos, 3 con más de 10 puntos de promedio y todos, salvo Chapu, jugando playoffs? 

Es más, San Antonio, que tuvo dos representantes (Ginóbili y Oberto), llegó a la final del Oeste ante los Lakers y Fabricio Oberto, uno de ellos, jugó los 17 partidos de los Spurs en los playoffs, con lo cual completó un perfecto 99/99 partidos jugados ese año, la misma cantidad que en el año anterior (2006/07), con la salvedad de que en ese campeonato previo se perdió 3 de serie regular, pero jugó 20 de playoffs, logrando otro hito, al ser campeón con su amigo Manu de la NBA, venciendo 4-0 a los Cavs del joven LeBron James. Los 99 partidos de Oberto en esos dos años siguen siendo la cifra más alta para un argentino en esa Liga en una sola campaña.

En la 2007/08, volvemos allí, también tuvo un torneo importante Carlos Delfino, en su única temporada en Toronto Raptors, jugando también los 82 partidos de la competencia regular, con buenos promedios -9 puntos, 4.4 rebotes, 23.5 minutos-, los mejores de su carrera hasta ese momento.

Chapu Nocioni no pudo meter ese año a los Bulls en los playoffs, pero sus números fueron excelentes (13.2 puntos, 4.2 rebotes, 24.6 minutos), sin faltar a un solo partido. Scola, en su temporada de novato, tuvo un excelente desempeño (12.7 y 8.8 en puntos y rebotes), mientras que Walter Herrmann, el de menos participación, jugó en dos equipos: Charlotte y Detroit, sumando 45 partidos con 3.4 puntos en 8.3 minutos. 

Párrafo aparte para Manu Ginóbili, que ese año tuvo el mejor promedio anotador de su carrera, 19.5 puntos, jugando 74 partidos, más los 17 de postemporada, todos en altísimo nivel, topándose en la final del Oeste con los Lakers de Kobe y Gasol, que luego perderían la final ante Boston Celtics. 

En resumen, 6 jugadores en enorme nivel en la NBA, sumando entre todos, solo en ese año, 447 partidos de serie regular y 49 de playoffs. Una naturalidad que ya no lo es, y que durante 15 años nos hizo vivir una irrealidad fabulosa en la mejor liga del mundo.