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Los triunfos de Argentina sobre Estados Unidos en Indianápolis 2002 y Atenas 2004 marcaron hitos históricos para el básquet mundial. Sin embargo, según Andrés Nocioni, las sensaciones dentro de la cancha fueron muy distintas. En Indianápolis, el equipo sorprendió al mundo al convertirse en el primero en derrotar a un Dream Team NBA. “Entramos medio hasta en joda en algún momento. Había algo de boludeo hasta el minuto antes de salir, cuando empezamos a cantar ‘La banda de la Argentina’. Esa es la realidad, aunque capaz el único que pelotudeaba era yo”, confesó el Chapu.

Por el contrario, en Atenas la mentalidad fue completamente distinta. “Sabíamos que ellos venían de perder dos partidos y que España no les había ganado por casualidad. Entramos serios desde el primer minuto. Controlamos el partido en todo momento, más allá de los últimos tres minutos, donde parecía que Marbury podía clavarnos tres triples seguidos”, reflexionó Nocioni. El alero destacó la fluidez del juego colectivo: “El movimiento de balón fue excelente. Manu pasaba de un triple para buscar a Fabricio debajo del aro; Pepe Sánchez manejaba los tiempos. Para mí, fue uno de los mejores partidos que jugamos”.

Ambas victorias fueron inapelables en el marcador, pero distintas en desarrollo. En Indianápolis, Argentina llegó a liderar por 20 puntos en un partido que terminó 87-80, mientras que en Atenas, el dominio fue constante, aunque menos abultado, con un marcador final de 89-81. En ambas hazañas, Nocioni tuvo un rol clave: en 2002, aportó intensidad defensiva y 14 puntos vitales; en 2004, firmó una actuación sobresaliente con 13 puntos y un trabajo incansable en ambos costados.

“El Dream Team de Atenas era un desafío mayor. Nosotros propusimos, y ellos siempre estuvieron tratando de ver cómo tapar eso”, añadió el Chapu. Aquellas dos victorias no solo redefinieron la relación entre el básquet FIBA y el NBA, sino que consolidaron a la Generación Dorada como un equipo que cambió, maduró y mejoró sin descansos.