Chapu Nocioni y Leo Gutiérrez, una hermandad que no nació de la mejor manera
18:03 30/11/2024 | El santafesino y el cordobés se conocieron en Olimpia de Venado Tuerto y su relación no arrancó siendo la mejor, aunque todo cambiaría rápidamente.
Chapu Nocioni y Leo Gutiérrez son grandes amigos desde hace más de dos décadas. Juntos fueron parte de la Generación Dorada, compartieron equipos y festejaron un sinfín de logros, aunque cuando se conocieron en Olimpia de Venado Tuerto estuvo lejos de ser buena la relación.
En el libro Chapu, Historias de un Guerrero, se contó cómo fue esa llegada al club santafesino y los primeros días en Olimpia con todo el grupo de grandes reclutados del equipo.
Chapu se instaló en la pensión en agosto de 1996, luego del Argentino de Mar del Plata y muy pocos días antes de la final por la Copa Intercontinental, en Newells’s de Rosario, entre Olimpia y Panathinaikos de Grecia. Era todo un acontecimiento, ya que hacía varios años que no se disputaba. El día anterior al partido, el equipo viajó a Rosario para alojarse, pero Chapu tenía que ir a la escuela al día siguiente. No podía darse el lujo de perder clases porque estaba justo con el tema de las faltas.
Típico de adolescentes, sus festidiosos compañeros, antes de irse, lo empezaron a molestar. Le prendían la luz, hacían ruido, le tiraban cosas y no lo dejaban dormir. Hasta que Chapu explotó. “Nos trenzamos con el Leo. Nos trompeamos un poquito, aunque no muy fuerte. Fue, de alguna manera, el comienzo de nuestra relación”.
Hoy son hermanos inseparables y coinciden en que esa pelea fue el punto de inflexión para unirlos, porque se dieron cuenta de que eran muy parecidos. Dice Gutiérrez: “Yo casi no lo conocía. Lo había visto una vez cuando jugamos contra Racing el año anterior. Me acuerdo que cuando entró, con los otros reclutados estábamos en el banco, nos empezamos a reir y decíamos ‘mirá lo que es ese gringo bruto’, porque parecía que no sabía jugar. Y en la primera se la vuelca en la cara a Mike Wilson. ‘¡Ah bueno!’, gritamos. Le pegó a todos ese día. Era un caballo”. Y sobre la pelea, cuenta: “Nosotros ya éramos un clan, así que la recepción que le dimos a él en la casa fue medio áspera. No queríamos que se sumara nadie porque eso implicaba que corría peligro alguno de los que ya estaba. En los entrenamientos les hacíamos la vida imposible. Chapu fue distinto porque ya estaba en otro nivel. Pero chocábamos mucho de entrada. Y ese día, aunque nos peleamos, nos dimos cuenta de que nos podíamos llevar bien”.
Andrés tiene un recuerdo anterior de Leo: “Una vez estaba en la UBA, donde nos entrenábamos con Racing, y él estaba con una preselección, no sé de qué categoría. Y lo que más me acuerdo fue que me impresionó la cabeza que tenía, jaja. Era enorme. Y saltaba mucho”. Después de la pelea, en el viaje a Grecia para la revancha, empezaron a ser compinches: “Nos íbamos a pasear, conocimos algo de la noche griega, salíamos de compras a las tienditas que están abajo del Partenón. Y nos hicimos amigos”.
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