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Chet Holmgren no es el primer caso reciente de un jugador con mucha expectativa, que lesionado en la offseason, retrasa un año más su debut en la NBA. El primer caso, y el más exitoso de todos, es Joel Embiid. Se perdió no uno, sino dos años como rookie, haciendo su debut en 2016 y perdiendo el ROTY ante Malcolm Brogdon, jugando menos de 50 partidos.

Otro caso, también parcialmente exitoso, fue Ben Simmons. Con un increíble techo, pero pocas ganas de sacrificarse, su carrera no llegó a donde debía, pero el talento es innegable. Simmons jugó la Summer League de 2016, pero una lesión lo dejó fuera de la preseason y la temporada entera. En 2018 ganó el ROTY, los flashes y la expectativa era gigante para él, aún tras perderse un año entero. Si Holmgren se basa en los ejemplos de Philadelphia, en Oklahoma no van a arrepentirse de esta elección con el tiempo. 

También, es imposible ignorar a Greg Oden. Esperamos que nunca sea el caso de naie, pero el elegido #1 por Portland en 2007 se perdió su primer año, y apenas pudo jugar 82 partidos totales en su primer contrato de novato, que son 4 años. Nunca logró asentarse en la liga por sus lesiones en los años siguientes, y es un caso más de un talento generacional, desperdiciado por lesiones. Esto, sin duda, es el peor temor de Oklahoma. 

Luego, tenemos otros casos. Blake Griffin, por ejemplo, fue #1 en el 2009, Draft de Steph Curry, y recién en 2011 tuvo su año novato, con una de las mejores temporadas en la historia para un rookie. Obvio, el resto de su carrera fue muy bueno, pero no al nivel que quizás se esperaba. De todas formas, será probablemente un Hall of Famer. Tampoco podemos decir que en el Thunder se van a quejar si Holmgren tiene este progreso.