La noche que Jamal Crawford prendió fuego al Heat
14:26 15/08/2021 | Uno de los jugadores más talentosos del milenio destrozó a Miami en el Madison y así lo revivió en una charla con su ex compañero Quentin Richardson
Jamal Crawford es de esos jugadores de culto, aquellos que quizás no están en el candelero o no son tan atractivos para la marcas como para ser imagen, pero sí de talento se tratase hubiera sido uno de los más valorados y taquilleros para tener de tu lado. Desde el estado de Washington llegó a la liga sin cambiar un centímetro de su juego, desde lo más profundo del playground arribó con un bagaje de movimientos técnicos y de fantasía ideales para un compacto de highlights.
JC fue drafteado en el año 2000 y pasó por varios equipos en la liga, con noches de gran factura en cada una de las franquicias en las que jugó. Además fue un jugador que hizo un culto al sexto hombre como lo hizo Manu Ginóbili antes y Lou Williams ahora. Quentin Richardon fue compañero suyo en los Knicks y justamente el ex Warriors junto a Darius Miles, desde hace dos temporadas vienen llevando adelante el podcast Knuckleheads en The Players Tribune teniendo un rica charla con su compañero de draft Jamal Crawford.
Habiendo estado allí y vivido todo desde adentro Quentin no dejó pasar por alto hablarle a Crawaford sobre aquella noche en el Madison donde acribilló a Miami (116-96), equipo que luego sería el campeón de la NBA.
“En esta charla tenemos que hablar del hombre que perdió la cabeza por completo en el Madison contra el Heat”, arrancó Richardson ante la sonrisa entre modesta y pícara que presentaba Crawford del otro lado de la línea.
“Te he visto hacerlo otras veces, pero como esa noche fue asombroso, fue una locura. Sabíamos que lo estabas sintiendo, estabas como en un trance yendo de lado a lado anotando y sin decir una sola palabra, apenas una mirada de reojo”, agregó entre risas Richardson.
“Te voy a decir por qué me acuerdo de ese partido, fue porque fallé mis cuatro primeros lanzamientos y luego metí 42 puntos seguidos. Desde el final del primer cuarto hasta el final del tercero no fallé un tiro. Terminé con 52 y salí faltando siete minutos, creo que podría haber llegado a los 65”, explicó con soltura el alero ex Clippers.
Quentin le puso más pimienta a la historia y recuerda que le dijo a Malik Rose después de ver anotar a su compañero tres seguidas: “Si anota una más va a empezar a sentirlo y no va a parar”. Jamal no paró de anotar y su compañero rememoró eso diciendo: “Llegó un momento que la gente contaba por anotaciones diez, once, doce, fue algo épico”.
Jamal Crawford sacándose un poco de mérito bajó los decibeles a la historia y argumentó: “Estas cosas no suceden sin tus compañeros, ellos me daban la pelota, ponían las cortinas para liberarme, todos fueron parte en esa noche”.
La noche en la que Dwayne Wade, Antoine Walker, Gary Payton, Dorell Wright y James Posey fueron testigos privilegiados de ese trance anotador de Jamal Crawford, el mago que jugó al básquet de la manera en lo que lo sintió siempre, con la fantasía y la alegría de crear en cada jugada y en cada movimiento.
Mauro Osores / [email protected]
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