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El subcampeonato de San Lorenzo en la Liga Sudamericana premió el enorme esfuerzo de un equipo de Boedo que lejos está de tener una situación ideal fuera del campo. Es que ese mismo viaje a Paysandú, Uruguay, ya desnudó las carencias dirigenciales que afronta la disciplina en un club devastado por deudas y problemas desde ya hace un tiempo largo.

Es que tanto la ida como la vuelta la realizaron en un micro de línea. Hicieron trasbordo en Colón y cruzaron la frontera en otro para llegar a destino y disputar la Final Four. Y la vuelta fue peor, ya que tuvieron un sinfín de paradas en distintos puntos del camino para llegar a Capital Federal una vez más.

Pero eso no es lo más grave, porque que desde el comienzo de la temporada 24/25 solo pudieron cobrar una parte del primer mes y ya adeudan más de 2 meses completos. En este contexto no sorprende: el fútbol atraviesa una crisis similar, en un club con una deuda enorme y que transita horas muy complicadas.

En la previa de la temporada San Lorenzo estuvo en duda de participar hasta de la Liga ya que debió negociar y comenzar un plan de pagos con FIBA y distintos acreedores de deudas varias del pasado. Una vez confirmado eso pudieron arrancar y también disputar la Sudamericana, pero tampoco cumplieron a tiempo con cuotas y tanto Lucas Pérez como Facundo Rutenberg vieron 5 partidos desde afuera por haber quedado inhabilitados por el máximo ente del básquet mundial. A su vez, recibieron nuevos reclamos vía FIBA por deudas, lo que complica aún más la gestión.

Una situación fuera del campo que no condice con el sacrificio del equipo de Leo Costa, que a pesar de todo estuvo a un paso de levantar un nuevo título internacional para el club, pero que parece ser una bomba de tiempo todo a punto de explotar.