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Los camboyanos de San Lorenzo se decía que eran la prolongación de la gente en la cancha. Fueron un equipo de fútbol del Ciclón que se dio en la década de los ’80 y que podría ponérselo a la par de este conjunto de Leo Costa que acaba de lograr algo grande como el subcampeonato de la Liga Sudamericana.

Viajes en micro de línea, limitaciones para contratar jugadores o realizar cambios por la realidad económica del club, deudas por doquier y malabares para jugar son los que caracterizan por un lado a este plantel. Pero también el sacrificio y respeto por la identidad de juego y por el de al lado a pesar de todas las limitaciones.

Aquellos camboyanos no tenían cancha (San Lorenzo perdió el Gasómetro en 1979), se había ido al descenso en 1981 y desde allí hizo grandes campañas sin localía fija, alquilando distintas canchas y con una gravísima crisis económica que se traducía en todos los ámbitos. Rubén Darío Insúa, Jorge Rinaldi, Leo Madelón, Darío Siviski, Walter Perazzo, el Flaco Cousillas, y tantos más que hicieron historia en aquellos momentos y que son hasta más recordados que varios de los grandes campeones que tuvo la institución en su historia.

Este equipo de básquet en la 22/23 se salvó de bajar a la Liga Argentina y para la 23/24 sorprendió a muchos con un rendimiento parejo, llegando a la séptima ubicación en la fase regular y quedando afuera en cuartos de final frente al Boca que a la postre sería el campeón.

Sin grandes figuras, con nombres de experiencia como Lucas Pérez, Iván Basualdo, Kevin Hernández o Federico Marín, sumado a jugadores interesantes de rol como Fede Grun, Seba Lugo, Francisco Conrradi y Gastón Córdoba, destacaron y dieron todo para quedar en esa ubicación que permitió jugar la Liga Sudamericana 2024.

Y para esta temporada las limitaciones fueron iguales o peores. El regreso de Facundo Rutenberg, un chico de la casa, era un aliciente, pero también perdieron a Hernández y debieron apostar por un joven Franco Alorda para acompañar a Basualdo. A partir de un plantel corto arrancaron la temporada, con Pérez y Rutenberg inhabilitados por la tardanza en pagar varias deudas con FIBA. Pero eso no amilanó a un plantel que apostó a la explosión total de Seba Lugo y la grata aparición de Lucas Latorre en la base.

Desde allí se formó un equipo batallador, que hace culto de la presión defensiva y del correr al contragolpe buscando al mejor ubicado para anotar. Así superó la fase de grupos y bajó en semis a Olímpico después de llegar en un micro de línea a la ciudad uruguaya de Paysandú. Este equipo representa el sentir de San Lorenzo, que es dejar todo por la camiseta, y bien merecido tienen este presente deportivo. Como aquellos camboyanos, quizás no logre títulos como aquel pentacampeonato, pero sin dudas representa un sentir azulgrana como pocos.

Alejandro Malky / [email protected]
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