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Crónica de una muerte anunciada. Este título del libro de Gabriel García Márquez puede ser una síntesis de lo que le sucedió a Atenas a nivel deportivo esta temporada.

En dos de las tres campañas anteriores había luchado por la Permanencia y había zafado. Pero esta vez fue la vencida y la Liga ve cómo se va su máximo campeón, aquel que levantó el título en nueve oportunidades y que ahora se ve en una segunda división para el próximo torneo.

Con solo decir que pasaron cuatro entrenadores y un total de ocho extranjeros ya es decir mucho. Y si a eso le sumamos que perdió al base suplente en el medio y terminó jugando la Permanencia con dos fichas mayores menos, eso lo agrava aún más.

El equipo de Córdoba nunca encontró el rumbo, encontró apoyo en los experimentados Omar Cantón, Ale Konsztadt y Fede Mariani, pero le costó conseguir un gran rendimiento de sus extranjeros. Y cuando lo logró, con Javion Blake a cuenta gotas por ejemplo, lo terminó perdiendo por una mejor oferta. Solo Deion McClenton y Fabian Jaimes demostraron compromiso y elevaron su nivel ante San Lorenzo, pero no alcanzó.

Será tiempo de reflexión y autocrítica para un Atenas que de ahora en más deberá pensar cómo se refunda deportivamente para volver al lugar que nunca debió perder.

Como nota positiva puede hablarse de las irrupciones de jugadores del riñón griego como Maximiliano Araujo, Octavio Sarmiento o Matías Stanic, jóvenes que asimilarán el golpe y serán una buena base donde volver a construir. Pero tendrá que cambiar muchísimo más puertas adentro además de lo que sucede en la cancha para que Atenas vuelva con la fuerza necesaria.