Atenas: 4 entrenadores y un rumbo nunca encontrado
08:45 17/05/2023 | La caída del griego intentó ser amortiguada y revertida en varias ocasiones, pero ninguno de los entrenadores puestos para esa tarea tuvo las herramientas para reparar un problema tan grande.
Claudio Arrigoni, Sebastián González, Elián Villafañe y Alvaro Castiñeira, fueron los tres nombres colocados en el banco más difícil del básquet argentino. Se fueron sucediendo respectivamente, pasándose un fierro caliente -verdaderamente caliente- de mano en mano. Arrigoni inició el año, con una fichita puesta tras salvar al equipo del descenso el año anterior. El mal arranque de Atenas en la temporada tuvo consecuencias inmediatas. Después de un inicio con un triunfo en ocho encuentros, el presidente del griego, Felipe Lábaque, decidió prescindir de sus servicios y los de su hermano, Marcelo Arrigoni, que oficiaba como asistente. Claudio había tomado el equipo luego de la salida la pasada campaña de Sebastián Saborido. Realizó un gran trabajo, que permitió que zafaran del descenso y quedaran a un paso de llegar a playoffs.
Atenas intentó con recetas conocidas y llegó de Sebastián González. Un viejo conocido de la casa, con mucha historia en el club cordobés, ya que se formó en Atenas y lo sacó campeón. Una receta que salió mal, con gusto amargo, González renunció y en su paso no ganó tan siquiera un partido, llegando a una racha de 13 derrotas consecutivas, la peor en la historia del club más ganador de la Liga Nacional. En estos siete partidos, cinco derrotas fueron por diez o más puntos, y tres de ellas fueron por 20 o más de diferencia.
El lugar de González fue tomado por Elian Villafañe, que estaba como asistente de González. Elián duraría 10 fechas más, traducidas en 10 derrotas más. El terrorífico de 1-23 giró las cartas y Villafañe volvió a ser asistente, esta vez de Álvaro Castiñeira, el cuarto técnico de la temporada. El último haría las cosas mejor, con cambios en el juego y sumando algunas victorias importantes más que nada para el ánimo de un equipo que internamente ya sabía que jugaría por la Permanencia. Castiñeira sacó 4 victorias, 6 sumando los dos juegos que le arrebató a San Lorenzo en Córdoba.
Ninguno de los manotazos de ahogado, de las vueltas de timón, sirvió para salir a flote. Los nombres pasaron y pasaron, más la salvación a Atenas lucia imposible desde un primer momento. Un plantel atado con alambres, una estructura con quiebres por doquier, un derrumbe programado de un equipo que supo ser la mayor fortaleza de básquet argentino.