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Indiana Pacers es una de las once franquicias que aún no han ganado el título de la NBA y a decir verdad pocas veces  estuvieron cerca y para recordar eso hay que remontarse a la época donde jugaba su máximo ídolo de la historia, Reggie Miller.

En el 2000, tras el retiro de Michael Jordan, los Pacers pudieron llegar a la cima del Este para poder jugar la final de la NBA por primera vez con un equipo bien amalgamado por la veteranía en el perímetro con Mark Jackson en la base y Reggie de escolta, más Mullin en la posición 2-3, y los internos Dale Davis y Rick Smits. Era un conjunto bien equilibrado, que también tenía desde la banca el poder de anotación de Jalen Rose y Sam Perkins.

Miller tenía el rol de villano cuando enfrentaba a Michael Jordan y así le quedó a la largo de su carrera, pero su fiereza para competir fue lo que lo distinguió para sobresalir a la media de los jugadores. Fueron 18 años de lealtad a Indiana y quizás por eso hoy no cuenta con un anillo, dado que nunca intentó buscar otra ruta que le pudiera dar un título. En aquella final ante los Lakers, llegaron en buena forma, pero enfrente tenían a Kobe y a Shaq buscando su primer título, una cuestión por demás complicada.

Sin ser los favoritos, por localía y por el marketing que concierne a los Lakers, Indiana batalló en esas finales que cedió por 4 a 2, pero en el primer partido sí que estuvieron lejos y fue una derrota por 104-87. Esa diferencia radica mucho en la noche nefasta que tuvo Reggie y que el mismo confesó en el programa de Dan Patrick que aún lo atormenta: "Tuve un Juego uno horrible, muy horrible. Hasta el día de hoy me molesta, siento que mi desempeño en el Juego uno afectó a nuestro equipo el resto de la serie. Lancé 1-13, tuve como 12 ,13 puntos, pero eso marcó la pauta porque siempre he sido el tipo al cual defendería a muerte el adversario. Si hubiera jugado bien y aun así hubiéramos perdido, eso habría dado esperanza al resto de los muchachos. Todo es mental. Jugué muy bien el resto del tiempo en la serie, pero para mí, ese Juego uno simplemente me persigue. Debería haber sido mejor en ese arranque de finales, solo para poner algo en la mente de Kobe y Shaq. Y no lo hice. Simplemente me molesta".

La hidalguía de los grandes también se mide por estas cuestiones y Reggie reconociendo su fatídica noche como un dato clave, habla de su personalidad y lo metido que estaba en llevar a sus compañeros al título. Simplemente no pudo.