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Liga Nacional

De las burlas al aro: la volcada que definió a Campazzo

08:45 24/04/2025 | La baja altura podría ser un impedimento para el éxito de algunos jugando al básquet, pero no para Facu, quien una vez desafío las palabras y borró sus límites.

Campazzo y su respuesta a las cargadas

Facundo Campazzo nunca se dejó definir por lo que le faltaba, sino por lo que estaba dispuesto a construir. En sus primeros años en Peñarol de Mar del Plata, el cordobés se encontró con una barrera simbólica: todos sus compañeros podían volcar la pelota, menos él. “Las cargadas eran constantes y él con toda la bronca por dentro se entrenaba con el Profe para poder llegar a volcarla”, recordó el entrenador Fernando Tulo Rivero, una de las personas que más lo vio crecer, para la Liga Nacional.

Esa bronca fue combustible. Un día lo logró, pero no fue suficiente: lo hizo en una práctica. Le redoblaron la apuesta, lo desafiaron a hacerlo en un partido oficial. Campazzo, fiel a su estilo, no dijo nada. Siguió entrenando en silencio hasta que, en un partido en el Polideportivo Islas Malvinas, robó una pelota en primera línea, se fue solo y la volcó con rabia. “Cuando vuelve a defensa mira el banco y les dice a todos sus compañeros: ‘Y ahora’”, relata Rivero. En ese grito sin gritar estaba toda la esencia de Facu: una respuesta con hechos, no con palabras.

Más allá del show puntual, el crecimiento de Campazzo en Peñarol fue explosivo. Comenzó como tercer base en la temporada 2008/09 y para el 2011/12 ya era titular, ocupando el lugar de Tato Rodríguez. En esa época, según Rivero, lo mejor de Facu era su mentalidad: “Mentalmente siempre quería más”. Rodeado de referentes como Leo Gutiérrez, su evolución se aceleró. A su esfuerzo le sumó un cambio físico clave y su juego dio otro salto. Lo técnico, lo táctico y lo emocional se alinearon.

Hoy Facundo Campazzo es mucho más que un base: es una referencia del básquet argentino moderno. Desde su explosión en Peñarol donde promedió hasta 16.3 puntos por partido y lideró en asistencias y robos antes de su salto a Europa, construyó una carrera a base de talento, resiliencia y obsesión por mejorar. Con Peñarol ganó cuatro títulos de Liga Nacional, incluido un tricampeonato histórico. Hoy en el Real Madrid, uno de los clubes más exigentes del planeta, sigue demostrando que nada —ni siquiera una volcada— está fuera de su alcance.

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