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En silencio, alejado de los flashes y los highlights, Jeff Van Gundy se convirtió en el verdadero motor intelectual detrás del renacer defensivo de los Clippers. Tras 16 años fuera del banco como técnico principal —y una larga estadía como analista de televisión—, el exentrenador de los Knicks y Rockets volvió al ruedo en 2024 como asistente de Tyronn Lue. Lo hizo casi por accidente: fue despedido de ESPN, consultó brevemente en Boston, y finalmente aceptó la propuesta de Lue, quien lo había intentado convencer en otras oportunidades. Hoy, esa incorporación es vista por jugadores y dirigentes como “la mejor decisión de la temporada baja”.

A diferencia del año pasado no tuvieron a Paul George y Kawhi se perdió gran parte de la temporada, aún así lograron apenas una victoria menos. Los Clippers pasaron del puesto 16 al 3 en el rating defensivo, lideran la liga en rebotes defensivos y se ubican entre los ocho equipos que más pérdidas de balón generan. Su impacto no se limita al pizarrón. Van Gundy se convirtió en una figura paternal, obsesiva y rigurosa, que se involucra en cada detalle. “No importa si llegás cinco de la mañana o diez de la noche, él ya está ahí”, cuenta Norm Powell. James Harden, habitualmente desinteresado en el trabajo sucio, reconoce que su conexión con Van Gundy ha sido clave para elevar su compromiso defensivo. “Me ayuda muchísimo. Entiende a los jugadores”, admitió. 

Van Gundy focalizó su trabajo en dos objetivos centrales: mejorar el rebote defensivo —los Clippers estaban entre los seis peores en esa estadística el año anterior— y aumentar la presión sobre los manejadores rivales. Lo logró a través de una exigente preparación táctica, prácticas meticulosas y esquemas que priorizan la agresividad y la anticipación. La prioridad en el uso de defensivos como Batum, Derrick Jones Jr. y Dunn, todos fichajes discretos, rindió por encima de lo esperado gracias a un marco táctico claro.

El efecto de Van Gundy no sólo es numérico: le devolvió al equipo una identidad de lucha y consistencia que se había perdido. A nivel estructural, los Clippers encontraron equilibrio entre sus estrellas ofensivas —Leonard y Harden— y una base táctica firme. En playoffs, ya 8 robos en los juegos vs Denver y forzaron a Nikola Jokic a 3.7 perdidas por encuentro, siendo líderes en la serie por 2-1. La apuesta por la defensa, impulsada desde el banco por Van Gundy, convirtió a los Clippers en un contendiente inesperado y mucho más peligroso de lo que el papel sugería al inicio de la temporada.