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MJ siempre fue diferente al resto. Así lo demostró desde su primer partido en la NBA.  Los Bulls, con su flamante elección en el número tres del draft, iniciaban la temporada 1984-85 recibiendo a Washington. Ese mismo 27 de octubre, el joven Jordan tuvo problemas para lanzar el balón y terminó con múltiples pérdidas. Sin embargo, los fanáticos de los Bulls estaban felices porque su joven promesa saliera ilesa del juego, ya que su primer intento de volcada pudo haber terminado muy mal. 
 

El #23 intentó clavar el balón pasando por encima al pivote de los Bullets, Jeff Ruland, que medía 2,11 metros. El escolta de los Bulls cayó con fuerza sobre su espalda y permaneció en el suelo durante más de un minuto. Aquel arriesgado vuelo a la canasta ni siquiera valdría, ya que Michael había hecho pasos en la jugada. Esto es lo que dijeron los comentaristas que narraron el juego: “Jordan subió y bajó fuerte y ahora está lesionado. No puedes enfrentarte a Jeff Ruland de esa manera. Jeff estaba parado allí, y se enfrentó con fuerza a Jeff Ruland, y Michael cayó muy duro”.  
 

Jordan fue realmente afortunado. La jugada fue impresionante y pudo haberse lesionado la espalda gravemente. Black Jesús no solo volvió al juego, sino que disputó 40 minutos en la victoria de los Bulls por 109-93. Jordan finalizó con 16 puntos, seis rebotes, siete asistencias, dos robos y cuatro tapones mientras lanzaba 5 de 16 desde el campo y 6 de 7 en la línea de tiros libres. 
 

El inicio de la temporada no fue ideal desde lo efectivo, pero fue una situación que luego revertió. Jordan estuvo espectacular el resto de la campaña. Se mantuvo sano y jugó los 82 partidos para promediar 28.2 puntos, 6.5 rebotes y 5.9 asistencias mientras lanzaba un 51.5 % de campo y un 84.5 % desde la línea de tiros libres. Un pequeño desliz que aterro a todos, pero solo quedó como anécdota y prueba de la dureza de quien dominaría el deporte en los próximos años.