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NBA

Scola y los Spurs, una historia que no pudo darse

18:50 11/01/2025 | San Antonio eligió a Luis en el draft del 2002, pero en vez de abrirle la puerta de la NBA le complicó, ya que nunca se decidió a llevarlo al equipo y hasta 2008 tuvo sus derechos.

Scola y Ginóbili, la dupla argentina que no pudo juntarse en los Spurs

Luis Scola y la NBA tienen una historia donde su inicio es con San Antonio. Es que los Spurs fueron quienes eligieron al argentino en la posición 56 del draft del 2002. Ese era el primer paso de un largo camino hacia la liga estadounidense que el propio Luis había soñado desde chico.

Y en El Abanderado los protagonistas lo contaron:

Antes de los diez años, ya era habitual escucharlo decir “Voy a jugar en la NBA” o, en menos ocasiones, un más terrenal “Quiero jugar en la NBA”. Pablo Cormick, compañero en los primeros años del club Ciudad, recuerda: “Uno siempre dice esas cosas cuando es chico. ¿Quién de nosotros no ha tirado al aro gritando que era Jordan? La diferencia con Luis es que él lo decía en serio”. Alejandro Pappalardi, otro miembro de aquel primer equipo de Luis, certifica: “Siempre dijo que su sueño era llegar ahí. Lo tenía metidísimo en la cabeza y no era algo común. Por ejemplo: yo también jugaba, pero casi que ni sabía lo que era la NBA; él sabía todo. Alguna vez, ya más grandes, nos acostamos y antes de dormir le dije que iba a llegar. Tenía esa sensación, aunque por entonces sonara a pavada, y eso aumentó cuando el Tau lo vino a buscar tan chico. Era inevitable”.

“Desde que lo conozco, desde chiquito, él tenía a la NBA entre ceja y ceja. Tenía un conocimiento de la liga y hasta de las reglamentaciones que era extraordinario”, narra Claudio Villanueva. “Ningún jugador de la Generación Dorada quiso tanto llegar a la NBA como Luis -dice Andrés Nocioni-. No tengas ninguna duda de eso. Lo quiso desde chico, mamó NBA, leyó, preguntó. Era su gran ilusión”.

Tres años después de elegir a Manu, la franquicia volvía a la carga confiada en meter otro pleno. En esos cerca de mil días, y si bien no había puesto un pie en Estados Unidos, la consagración internacional de Ginóbili -que menos de dos meses más tarde agregaría además un subcampeonato mundial y la primera victoria de un seleccionado extranjero contra los NBA- otorgaba fundamentos para aquella elección, que tranquilamente podría haber sido un fiasco irrelevante pensando en la gran cantidad de equipos que eligen -a esa altura del draft- a jugadores que no llegan a nada en la liga. Allí fue el manager R.C. Buford, entonces, y entregó el papelito con el nombre de Luis Scola en el puesto 56. Parecía una ciudad predestinada para el jugador: en esa locación del estado de Texas, en 1998, había participado de la cuarta edición del Nike Hoop Summit, un tradicional campus NBA para jugadores Sub 20 de todo el mundo que se enfrentaban a los mejores jóvenes de escuelas secundarias estadounidenses.

Scola no ofreció ninguna reflexión aquella noche del draft que pasó en la casa de Cound. El silencio, de todos modos, era elocuente. “Fue una muy mala noche -recuerda Mike-. Ese día empecé a conocerlo más, pese a que ya habíamos compartido algunos momentos, ya que había ido con él a hacer unos workouts . Lo habían visto entrenadores como Jerry Colangelo y Gregg Popovich”. Evidentemente este último, coach de los Spurs, vio potencial en el interno argentino, pero la desazón del propio jugador era mayúscula.

“El draft fue un pelotazo -afirma Villanueva-. Fue una desilusión enorme”. ¿Cómo era eso posible? ¿Acaso no era el sueño de Scola jugar en la NBA? ¿Cómo podía ser mala la noche en que un equipo elegía contar con él? “La gran apuesta era la primera ronda, que es a lo que apuestan todos porque te permite obtener un contrato asegurado para cuando llegues a Estados Unidos. Por eso sufrimos mucho el draft. Aunque no se lo dijera a Luis, yo estaba muy mal”, reconoce el representante argentino.

“Sin dudas es mejor no ser elegido que ser elegido en segunda ronda -complementa el norteamericano Cound-. Esa elección es una miseria, porque te quedas sin derechos. Es como que sí, te valoran, pero no lo suficiente; no hay garantías de que te lleven a jugar con ellos, pero aun así se quedan con un control casi total de tu carrera. Y si no sos alguien que en Europa está llegando a lo más alto, como les pasó luego a Luis o a Chapu, podés quedarte así, en ese limbo, toda la vida”.

A la mañana siguiente, la bronca todavía no se había evaporado, pero habría que dejarla ir. Al cabo, ahora se trataba de seducir a los Spurs para que en algún momento sonara el teléfono y una voz de acento norteamericano le notificara que el equipo quería sumarlo a sus filas. Pero el llamado no llegaba. Nunca llegaba.

En ese laberinto que se parecía más a un pozo sin fondo que a un camino de difícil salida, el avance del tiempo sería uno de los únicos factores que jugara a favor del capitán del seleccionado argentino. Acercándose Scola al final del contrato con Baskonia, en 2007, las pretensiones del club vasco fueron bajando hasta posicionarse cerca de los 3 millones de dólares y la aceptación de un plan de pagos.

Una vez que Houston llegó a un acuerdo con San Antonio por el traspaso de Scola, franquicia y jugador tardaron menos de un día en cerrar las cifras del vínculo que los uniría. La concreción de ese sueño, convertido en anhelo y devenido en obsesión, era un hecho, aunque no fuese con la camiseta de San Antonio y al lado de Emanuel Ginóbili.

El propio Manu lamenta que no se produjera el encuentro: “Me dolió un poco que los Spurs lo hayan dejado ir. Hubiese pagado para que Luis viniera a jugar con nosotros. Si soy egoísta, quería que estuviera al lado nuestro, pero me alegra que el equipo haya tenido la gentileza de dejarle cumplir su sueño en otra franquicia”. El cuatro veces campeón de la NBA reconoce que, si bien conversaban del asunto, al estar en cierta forma involucrado pero de manera pasiva, sin poder torcer el destino, tampoco hablaban demasiado. “Fue una situación muy rara, fue muy difícil llegar a aquel acuerdo. La NBA en esa época no era la NBA de hoy, con tantos extranjeros, así que llevó tiempo -analiza-. Creo que Luis estaba un poco incómodo para hablar mucho de ese tema, pero se lo notaba ansioso por cumplir su sueño. Fue un momento delicado para él”.

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