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En la historia de la NBA, dar vuelta una serie que va 3-1 en contra es poco menos que una hazaña. Solo 13 veces en más de siete décadas de competencia un equipo logró revertir semejante panorama, lo que representa apenas un 5% de posibilidades. Aún más: en Primera Ronda, esa remontada solo se ha visto tres veces, y la última ocurrió en 2006. Así, cada vez que un equipo se encuentra contra las cuerdas tras el cuarto partido, las estadísticas comienzan a enterrar más que a alimentar las esperanzas.

Hoy, cinco franquicias enfrentan ese desafío: Lakers, Bucks, Pistons, Magic y Rockets están al borde del abismo. Los Lakers, con LeBron James y Luka Doncic, cuentan con estrellas capaces de alterar el guion, pero han sido superados en juego colectivo y profundidad por unos Timberwolves sólidos. En el caso de los Bucks, la lesión de Damian Lillard y la falta de acompañamiento a Giannis Antetokounmpo parecen sentenciar su destino ante unos Pacers mucho más equilibrados. Mientras tanto, los Pistons han estado cerca, pero no lo suficiente frente a unos Knicks liderados por un imparable Jalen Brunson. Orlando, por su parte, ha peleado cada partido contra Boston, pero su falta de poder ofensivo hace que el 3-1 luzca definitivo.

Históricamente, algunas de estas remontadas se convirtieron en momentos épicos. La más recordada fue en las Finales de 2016, cuando LeBron James lideró a los Cavaliers en una gesta histórica frente a los 73-9 Warriors. Curiosamente, ese mismo año, los propios Warriors habían remontado un 3-1 contra Oklahoma City en la final del Oeste. Y en 2020, en plena “burbuja” de Orlando, Denver lo hizo dos veces consecutivas, venciendo a Utah y luego a los Clippers. Aquella fue la última vez que un equipo dio vuelta un 3-1.

Con todo, aunque el antecedente existe, la lógica indica que uno solo, como mucho, podría lograrlo esta vez. La historia es clara: remontar un 3-1 es tan raro como valioso. Pero si algo ha enseñado la NBA, es que las reglas están hechas para romperse.