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En la noche del 28 de abril de 1978, el Capital Centre de Washington fue testigo de una de las postales más insólitas en la historia de la NBA. En pleno juego 6 de las semifinales del Este entre los Bullets y los Spurs, el escolta de San Antonio, Mike Gale, apareció en cancha vistiendo… ¡una camiseta de los Bullets! No era una traición, tampoco un truco publicitario: el uniforme de los texanos se había perdido en el vuelo, y sin alternativa, Gale saltó a jugar con una casaca del rival, dada vuelta para disimular lo indecoroso.

La situación no se limitó a Gale. El estelar George Gervin tuvo que improvisar con una musculosa de los Spurs sin nombre en la espalda. El desconcierto fue tal que por momentos parecía que había tres equipos en cancha: los Bullets, los Spurs y una especie de fusión descolorida que obligaba al espectador a mirar dos veces antes de identificar a quién pertenecía cada pase.

Más allá del despropósito visual, el partido fue tan cerrado como memorable. Washington se impuso 103 a 100 y selló el pase a la final de Conferencia. Gale, con su camiseta invertida, tuvo una actuación digna: 12 puntos, 9 asistencias y 3 rebotes. George Gervin, anotador letal y leyenda de los Spurs, tampoco se inhibió por no usar su mítico 44 en la espalda y anotó 23 puntos.

Sin embargo, lo que quedó en la retina colectiva fue esa imagen que inmortalizó Sports Illustrated días después: Elvin Hayes volando hacia el aro, y detrás, como salido de un glitch de videojuego, Gale con el uniforme al revés intentando la marca. Washington terminaría levantando el único trofeo de su historia semanas más tarde, tras vencer a Seattle en siete juegos. Pero aquella noche, antes de la gloria, su extraño rival tomó protagonismo histórico.