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A falta de 35 segundos para la finalización del juego entre Houston Rockets y San Antonio Spurs en 2004, los locales perdían por 76 a 68. Los hinchas de los Rockets ya estaban resignados, incluso alguno ya se había retirado del Toyota Center. Sin embargo, ocurrió lo mágico e impensado que tiene el básquet, que no se sabe el resultado final hasta que suene la chicharra.

Allí, Tracy Mcgrady se vistió de dios y anotó 13 puntos seguidos, para que su equipo se quedara con la victoria e hiciera delirar a los fanáticos de Houston. “Tenía que dar un paso al frente y anotar las que me quedaron en el final. No sé cómo las conseguí porque Bruce Bowen es un enorme defensor. Pero mi voluntad fue hacerme cargo y nada me iba a parar” comentó el perimetral luego del juego.

El triple y falta le dio la confianza, luego de que Tim Duncan le pidiera disculpas: “Eso es lo que me dio confianza. Cualquier situación que tenía para tirar lo iba a hacer, no iba a dejarlo pasar”.

“Nunca volveré a ser parte de nada como esto” cerró Tracy, en una muestra más de su capacidad anotadora y que lo llevó a ser de los mejores jugadores de la NBA.